domingo, septiembre 04, 2005

Reencuentros y coincidencias

Rishikesh, 1-0-05.

Concepción Ruiz ha recorrido varias veces la India con su compañero Ignacio en busca de los mejores profesores de Yoga. Me dice que visitando un anacoreta de los Himalayas, de donde recién regresa, les pasó un vídeo de Yoga donde aparezco practicando Yoga con Rudra.

Abundan las coincidencias de este género en la India donde los indianos de adopción formamos casi cofradía y nos encontramos donde menos se lo espera uno o nos desencontramos apenas de chiripa. A Jorge Pardo me lo encontré por coincidencia kármica o incluso dármica en un restaurante de Varanasi. Y luego encontrarnos de nuevo en la India no ha sido fácil. Estaba transicribiendo estas notas cuando recibí correo suyo diciéndome que estaba en el Mandir de la Ramakrishna Fundation, que con su jardín y su biblioteca conforma un oasis de calma en mitad de bullicio del bazaar. Estuvimos sobre las alfombras del templo meditando un rato en silencio. Luego nos fuimos a tomarnos un chai (té azucarado con leche) en una daba (tenderete) del bazaar. Ya se me hacía tarde para tomar el tren así que atrochamos por los callejones laterales del Pahar Ganj. Callejuelas oscuras donde las gentes se habían sacado sus bastidores para dormir sobre ellos o directamente sobre el suelo, entre perros, motocicletas y vacas.

En el Rickshaw que tomamos desde la estación de la nueva a la vieja Delhi vemos y comentamos las estampas que no cesan en las calles de la India. Es difícil describir el viaje y más difícil describir las sensaciones: es como un aguacero de luz que se cuela por las azoteas o te cae de pleno a la intemperie empapándote por completo.

Me decía mi compadre Claudio, el arquitecto, que si no se encuentra la felicidad en Occidente tampoco se podrá encontrar en la India. Me gustaría ser un poco filosófico y darle la razón, diciendo que la búsqueda y el encuentro es interior, que Dios está en todo lugar del mismo modo. Sin embargo, la experiencia propia y ajena demuestra que hay lugares donde el ser humano vibra con más energía (no vayamos a llamarlo felicidad, si no se quiere). Para citar nombres: India y Brasil, desde donde me escribe Ramón anunciando un fructífero viaje. Aunque a orillas del Tiétar o del Duero, o en la YogaSala de nuestra Málaga también se está tan ricamente.


1 comentario:

J. A. Montano dijo...

Aquí estoy en Málaga, precisamente, leyendo tus notas de viaje. Me he levantado temprano y entra un fresco aire de septiembre por la ventana. Le he echado un vistazo a los desastres del mundo por la ventana de la prensa, y ahora me monto en tu alfombra para volar a la India. Málaga se ha apagado por un momento, y me ha llegado el grato zumbido de esas moscas que no supo soportar Gunther Gräss (supongo que porque no se soporta a sí mismo, desdichado moscardón). Que siga bien el viaje! Abrazos!