domingo, marzo 11, 2007

Un millón de amigos


Todavía no he visto la película, pero por las críticas unánimemente adversas he tenido la voluntad de verla. (Aunque hay otras películas que también me gustaría ver, como Darshan, y no tengo tiempo).

Javier Jurdao vino a la YogaSala hace algunos meses. Me dijo: “No tengo dinero”. Yo le respondía que me ocurría lo mismo. El me aclaró que no iba a pagarme la clase, y yo le repliqué que corría como prueba gratis. Esto tiene su miga, pues se supone que en la “clase de prueba”, el alumno prueba al profesor, por mucho que el alumno sea el que se siente probado. Al final, ambos pasamos el examen, pues lo vi en buena forma y Javier me dijo que era el mejor centro de Yoga que había conocido (y había conocido no pocos), tanto por las clases como por lo encantador de la Sala. Me pareció mero cumplido, pero J. A. Montano me aclaró que Javier Jurdao podrá tener los defectos que se quiera, pero que no miente nunca (asombrosamente nunca). Lo cual constituye la valorada virtud yóguica del Satya.

Un Millón de Amigos ha sido la película sorpresa que ha inaugurado este año el Festival de Málaga. Me ha impresionado que no sólo haya sido criticada de modo negativo en todas las reseñas que he leído, sino que la crítica desaprueba todo: técnica, contenido y personajes, y esto de un modo pormenorizado, detallado y razonado. Tanta unanimidad en la crítica, sin haber visto yo la película, me hace ver que o bien realmente la película es indigesta o bien toca en alguna fibra sensible. El caso es que quiero comprobar el veredicto por mí mismo.

Respecto a la persona, más que personaje, Javier Jurdao, me parece que es alguien quizá a caballo entre la mística y la buena vida como estilo, pero sincera en su decisión de buscarse un modo de pensamiento y destino personal, que tal vez le venga de madre y padre, tal como, al parecer, se muestra en el documental. Las sociedades occidentales por un lado parecen libérrimas en las opciones que ofrecen, pero por otra parte son bastante estrictas en su organización social y económica. Parece que el protagonista de Un Millón de Amigos reta esta organización no tanto por rebeldía sino por trazar su propio destino: un destino que anda en el filo de la navaja entre la hispánica picaresca (vivimos en España, al fin) y la figura hinduista del sadhu (o místico pobre y ambulante).


3 comentarios:

J. A. Montano dijo...

Buen comentario. Gracias por la referencia. En cuanto a las críticas: los periodistas, literalmente, se cabrearon con la peli. Les hicieron ir a las 9 de la mañana a ver el "largometraje sorpresa", y sin duda se esperaban algún suculento bocado informativo: algún famoso, etc. Cuando vieron de qué tipo de película se trataba y nos vieron entrar luego a nosotros para la rueda de prensa (un puñado de desconocidos), nos recibieron con uñas. Luego, por sus preguntas, vimos que tenían muy poco, pero que muy poquito, nivel. Por otra parte, sus críticas no son descabelladas en sí: todo lo negativo que apuntan de la película podría decirse, en efecto. Pero también había un montón de elementos positivos que podrían haber resaltado igual y que fueron incapaces de percibir (o reconocer). El caso más entrañablemente grotesco fue el del crítico del Málaga Hoy: el tipo hacía una campanuda alusión a los Panero... ocultando el dato de que esa alusión la decimos dentro de la misma película (y además, en un evidente tono irónico). Pero por lo demás, el público que ha visto la peli, ha solido pasárselo bien. Las risas no engañan.

Anónimo dijo...

Hola Joaquin!

¿podrías recomendarme algún centro de yoga en Sevilla? Estuve hace algunos años contigo, y como el actor no he estado en nigún sitio mejor que ese. Gracias

Joaquín García Weil dijo...

Hola.
Gracias por la cortesía.
Directamente no conozco ningún centro de Yoga ni ningún profesor de Yoga en Sevilla. Pero hay un lugar que suelo visitar en Sevilla cada vez que voy y es el Dojo Zen de la C/ Nardo, cerca de la Plaza de Curtidores. Puedes encontrar la referencia en este blog a la izquierda, pinchando en

Templo Zen Seikyuji
(Dojos Ibéricos)