sábado, marzo 10, 2007
Meteoros y Determinación
Cuando estudiaba las oposiciones a profesor de filosofía, que luego, pese a todo, aprobé, tuve que telefonear al la policía por si convencía a unos rumberos para que se fueran con su murga lejos de mi ventana. La operadora respondió: “Lo siento, señor, hay luna llena y hace terral. Todas nuestras unidades están ocupadas”. Me sorprendió lo certero del diagnóstico.
Para que no parezca que divago voy a aclarar de qué estoy hablando: de lo que nos mueve. He leído en algunos lugares que algunos maestros de meditación consideran que lo que mueve la mente en un sentido o en otro es en gran medida la alimentación. En consecuencia, en los retiros de meditación se suele seguir algún tipo de higiene alimentaria, por lo general se trata de un régimen frugal, vegetariano y sencillo. Pues se sabe que, de otro modo hay alimentos pesados que conducen al sopor, otros que son picantes y fogosos. Los hay demasiado fuertes, ácidos, amargos o dulzones, que generan humores semejantes. También están la escasez de alimentos que suele ser de signo melancólico.
Además de lo que se come, que suele variar en cada caso, existe algo que mueve a todos: la metereología y el curso de los astros. En los centros de meditación de diversas escuelas, los días de luna llena anuncian la llegada de personas infrecuentes que ese día se sienten desasosegados o movidos por esa fuerza o esplendor lunar en busca de algo indefinido. Los buscadores del espíritu también aumentan en otoño y primavera. Por la parte contraria, no tanto los días de lluvia sino en las vísperas de aguaceros o tormentas, en esos días en que algunos les duelen los huesos lastimados o las cicatrices, nos sentimos perezosos y con ganas de guarecernos en casa. Quizá sean residuos intuitivos o instintivos de cuando el humano vivía en condiciones más vecinas de la naturaleza y convenía evitar la intemperie al abrigo de la choza o la cueva.
No es algo que afecte sólo a los campos de la psicología o del espíritu sino que debería interesar al comercio. Las calles comerciales, tienen un pulso determinado que no depende sólo de los partidos internacionales de fútbol o si estamos a principios o finales de mes, según haya dinero. Hay los otros impulsos más sutiles de los astros y los meteoros.
Esto respecto a lo que nos mueve y después está lo que nos mantiene firmes: la determinación, el decidido propósito de perseverar en nuestro objetivo. A este respecto los días de tedio o de desgana son los más interesantes. Los obstáculos son las herramientas con las que se trabaja.
Hay una frase del zen que siempre me ha gustado:
“Aunque el sol salga por Occidente, el bodhisatva seguirá por su camino”.
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