Son muchas las personas que alguna vez se han planteado hacer el Camino de Santiago. Se ha convertido en una de las peregrinaciones que más adeptos gana en todo el mundo. Esto no deja de ser sorprendente.
Supongo que por deformación profesional o cierta querencia a la reflexión, no pude evitar hacer un análisis de la experiencia del Camino cuando yo misma lo hice hace 17 años.
Las personas que se plantean hacer el Camino lo hacen por cuatro motivos principalmente: deportivos (alcanzar un logro personal relacionado con el estado físico), culturales (conocer el arte y la cultura de otros lugares) religiosos (tener una experiencia cercana a Dios) o personales (superar o hacer frente a un momento de cambio). A los deportistas se les reconoce porque van perfectamente equipados y tienen muy estructuradas sus etapas, a los culturales se les suele incrementar el presupuesto medio a medida que avanza el Camino debido a degustaciones gastronómicas y fiestas populares. Ignoro si los religiosos alcanzan su objetivo pero desde luego que a parte de iglesias, conventos, capillas y cruceiros, realmente hay una energía especial en el Camino que mucho tiene que ver con la introspección y el desarrollo espiritual. Por último, los personales son un grupo numeroso y de comportamiento más flexible (saben cuando empiezan pero no saben cuándo acabarán), en muchas ocasiones van buscando algo y no saben muy bien lo que es. No en vano muchas de las personas con las que me topé estaban en situación de separado/ divorciado o jubilado y otras habían vivido recientemente una ruptura o la pérdida de un ser querido.
Lo que pude deducir es que había ciertos elementos que eran comunes en todas las personas, sin importar su edad, estado civil ni estatus social y que juntos constituyen el motivo principal para pensar en el Camino de Santiago como una experiencia enriquecedora. A continuación enumero algunos de estos elementos:
- Distancia: Tomar distancia. Convertirte por un tiempo en espectador de tu propia vida. Lo que ayuda a analizar tus propias decisiones con perspectiva.
- Fuera del sistema: Desprenderte de todo aquello que constituye el sistema económico en el que estamos inmersos la mayoría (supermercados, publicidad, edificios, asfalto, tráfico, estrés…) Esto lo digo hoy con la boca pequeña, porque el Camino de Santiago se está convirtiendo en un verdadero reclamo turístico para las agencias de viaje, lo que ha llevado a crear una infraestructura alrededor que sustente la demanda de turistas en la zona.
- Trascender el dolor: Poner el enfoque en la ilusión, la superación personal, la motivación, lo positivo; no en el cansancio físico (que es mucho) ni en las consecuencias del ejercicio y el calor (ampollas, heridas) intrínsecos a esta experiencia.
- Igualdad: Todos somos lo mismo: peregrinos. Somos tratados por igual. No hay distinciones y el dinero no es una herramienta para conseguir favores. Se comparte albergue donde se paga la voluntad, se comparte la misma ducha, la misma habitación con literas, los mismos olores y ronquidos en las salas. Se comparte hasta la apariencia de cansados, velludos y quemados por el viento o el sol. La única distinción que se hace es entre caminantes y ciclistas -los caminantes tienen preferencia para alojarse en el albergue-. Por supuesto esto nada tiene que ver con aquellos turistas que se alojan en hoteles. Ese es otro camino.
- Esfuerzo: El Camino no sería lo mismo si no fuera una experiencia en movimiento. A medida que las personas avanzan, se producen cambios tanto interior como exteriormente. La mente se concentra en nuestra respiración y ritmo cardiaco. Los pensamientos y las emociones fluyen. Nos sentimos saludables y vibrantes.
- Aventura: Conocer personas y lugares nuevos, sobrevivir con pocos recursos, compartir con desconocidos, no saber lo que el día te deparará, no tener horario; son algunos de los retos físicos y mentales que hacen que, por un lado, te relajes y, por otro, aumente la adrenalina y disfrutes.
- La meta: Tener una meta es un factor motivador. Todo viaje tiene un destino. Hay personas que se obsesionan con llegar a él. Querer llegar a toda costa a veces es perjudicial y enturbia la experiencia. Aprender a ser flexibles con nuestras metas también es una enseñanza que se aprende en el Camino.
Hay una expresión de peregrino que viene a decir lo siguiente: “el camino echa a quien no está preparado”. Estar preparado no significa estar entrenado físicamente (aunque ayude mucho) más bien es confiar en uno mismo, avanzar sin prejuicios y no tener miedo.
Conocí a una señora mayor que caminaba sola, me contó como su marido la había convencido para hacer el Camino y ella había accedido por “darle el gusto”. A los pocos días su marido no podía más, sólo veía inconvenientes, incomodidades, sin embargo la mujer había descubierto algo maravilloso y por nada del mundo quería dejarlo. Finalmente ella siguió y su marido se volvió a casa. Ella no había hecho deporte nunca.
También conocí a una joven que llevaba preparando el viaje durante años, había leído muchísimo a cerca del Camino, era una verdadera enciclopedia andante. Se había propuesto hacer lo para dejar de fumar de una vez por todas. En mitad de una cuesta dijo “me voy” y se dio media vuelta. No dejó de fumar al menos en ese tiempo.
Por último decir que la experiencia del Camino puede estar en cualquier parte. Hay tantos caminos como personas y todos ellos son un cúmulo de sabiduría.
¡Buen camino!
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