Aunque todavía falten días para que comience el otoño, las horas de luz nos van indicando que el cambio de estación, poco a poco, se aproxima. Se acerca la vuelta al cole, en todos los sentidos.
Quizás durante el verano hemos decidido empezar un nuevo curso con una actitud diferente; algún cambio que nos empieza a beneficiar desde el momento que lo decidimos. Puede ser que nos hayamos propuesto cumplir un sueño, alcanzar una meta o sencillamente cuidarnos, en cuerpo y alma. Encontrar un tiempo para nosotros, recuperar hábitos saludables, pequeñas conquistas diarias que han de mantenerse con firmeza frente a la devoradora rutina. Otros tipos de cambios también ocurren por si solos; la dinámica propia de la vida nos lleva a nuevas situaciones (separaciones, cambios de trabajo, mudanzas, pérdidas, nuevas relaciones…) y de forma natural suceden cambios biológicos en las distintas etapas evolutivas (embarazo, dentición, escuela, adolescencia, menopausia...).
Sea ante lo nuevo decidido o frente a lo nuevo que corresponde emprender, la adaptación es una cualidad que disminuye el sufrimiento, nos permite sentir comodidad y restablecer el equilibrio. Esto sucede cuando integramos las nuevas informaciones que se obtienen en los procesos de cambio.
En ocasiones, aunque hayamos tomado una decisión aún nos falta su realización en acciones concretas. La existencia de ciertos obstáculos o ataduras lastran la ejecución de lo que ya está resuelto dentro de cada cual. Es aquí donde toman protagonismo la presión de gente muy vinculada a nosotros, las convenciones sociales, los sistemas de creencias propios… De este modo, surgen los viejos mecanismos de actuación automáticos o inercias anulando la posibilidad de que encontremos los recursos necesarios. En los momentos donde lo pasado parece una etapa no válida y el futuro es todavía una promesa incierta, es cuando podemos ser influenciados por el entorno y desviados de nuestro propósito.
A veces, la adaptación al cambio nos resulta difícil por focalizar nuestra atención en lo que perdemos en el proceso, de manera que seguimos utilizando la percepción anterior que ya no resulta válida. Sea para localizar lo nuevo que se nos ofrece, o bien, encontrar las dificultades que nos impiden utilizar nuevos recursos, es útil contar con la ayuda de la terapia floral. En este sentido, la esencia de las flores de Bach Walnut (Nogal) ayuda a conseguirlo.
Es importante comprender que Walnut sólo facilita recursos cuando las iniciativas no constituyen una huida hacia adelante sino para los momentos de tránsito en la vida en los que es necesario continuar con el proceso evolutivo; canalizar la intuición en acciones concretas, respetuosas con uno mismo y con los demás. Nos ayuda a mantenernos en el camino elegido, protegiéndonos de las influencias perturbadoras de nuestro entorno que destruyen la paz y atormentan los pensamientos, lo que pueden llevarnos a perder de vista lo que es valioso para nosotros.
En palabras del Dr. Bach, “Para quienes tienen claramente definidos sus propósitos en la vida y en algunas ocasiones se desvían influidos por el entusiasmo y la persuasión de otros. El remedio proporciona la constancia necesaria y protege de las influencias externas”.
Isabel Clavero
Terapeuta Flores de Bach. Gestalt. PNL.
Consultas en YogaSala. 610055122
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