Cuando empecé a practicar yoga la primera vez hace ahora 22
años escuche hablar de la meditación, seguramente en aquella época meditaría en
alguna ocasión, no lo recuerdo, lo que si recuerdo era a mi profesor hablar de
que se podía meditar mientras uno caminaba contando las respiraciones. A mis
veinticinco añitos me parecía un disparate. Bastantes años después coincidí en
casa de unos amigos con un grupo que practicaban meditación, hablaban de muchas
horas practicando, incluso por las noches, de nuevo me pareció un
disparate.
Pensar en aquella época que se podía estar en total quietud,
con la mente en blanco, conectado a una incierta conciencia superior me parecía
una total pérdida de tiempo.
Cuando asistí este mayo pasado a mi primer Kadampa y recibí
las primeras nociones de cómo meditar (la postura, la atención a la
respiración) se reavivo en mi el interés. Comencé por ir a lo más cercano, la
meditación Shambala ( postura cómoda , atención a la respiración, no apego a
los pensamientos, ojos abiertos ) en la que además se meditaba andando.
Pero pronto apareció en mi vida la VIPASSANA en su primer
estadio ANNAPANA (atención a la respiración).La postura es más exigente ( si no
que se lo digan a mis rodillas), ojos cerrados y atención a la respiración,
etc. Las primeras meditaciones en compañía estaban llenas de sorpresas ( el
prana hacia de las suyas ), las expectativas se dispararon, pero una vez
que comencé a meditar solo la cosa se
endureció; había días que a los veinte minutos ya no podía más, los
pensamientos eran intensos y difíciles de controlar. Es fundamental no crearte
demasiadas expectativas.
Pronto iré a mi primer retiro de VIPASSANA en Barcelona,
tengo una inmensa ilusión. Diez días meditando unas once horas me parece una
locura pero creo que estoy preparado.
Lo que a mí me aporta la meditación es por un lado una
tranquilidad apenas vislumbrada en mi vida anterior, a veces cuando estoy
nervioso el simple hecho de “sentarme” y aquietar mi mente logra que el resto
del día sea diferente. Por otro lado logro tomar cierta distancia con los
pensamientos, observándolos, no apegándome a ellos, dándome cuenta de lo
impermanente de los mismos. Estoy convencido además de su poder sanador.
Os animo a que encontréis un hueco en vuestras vidas y
practiquéis este reencuentro con vosotros mismos. Hay muchas formas de
meditación y cada cual puede encontrar la adecuada. Por cierto la foto es de mi amigo Jorge Zapata, un gran fotógrafo y meditador.
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