Alejandro y Patrik, de la Clínica de la Bicicleta
poniendo a punto mi baqueteada bici
Dice
Patrik, de la Clínica de la Bicicleta que viendo una
bici se conocen algunos aspectos de la vida de su jinete. Debe
ser así con la mía: Silla y cascos infantles, la raspaduras del
amarre del perro, redecilla y canasto para el súper, luces para ir a
todas horas...
Uso
la bicicleta no como deporte sino como medio de transporte, como cada
vez más ciudadanos. Hace un par de días hice cuentas y el sillín
de mi bicicleta se está convirtiendo en mi nuevo zafu o cojín de
meditación. Procuro recoger el mentón y elevar la coronilla,
mientras el viento sopla y luce el sol. "Meditación es todo",
cierto, debe serlo. No hay más remedio. Si algún día alcanzo el
satori (ilumination), probablemente sea sobre mi bicicleta, o alguna
prestada del Ayuntamiento. Si más ciudadanos fueran como yo, Málaga
sería Amsterdam. Si hubiera más personas como yo, el mundo sería
un lugar mejor. Es una frase genial que dijo de sí el otro día un
abuelo que iba en bicicleta y que evidentemente tenía una autoestima
robusta.
Buda
y el Cristo se hubieran movido en bicicleta por la ciudad. Sus bikus
y apóstoles también.
Bicleta,
yoga, bicileta...
Meditación...
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