Comparto esta perspectiva de Emilio J. Gómez en el reciente de sus siempre interesantes artículos en yogaenred.com
"Así fue como gracias a Sirshasana descubrí el yoga que es el que considero que en verdad funciona: el yoga sistemático. Ese tipo de práctica que invita a repetir todos los días los mismos asanas, los mismos pranayamas, el mismo mantra, la misma meditación… Eso es lo que en realidad llega a romper a la mente, abriendo una fisura por donde es posible percibir el Atman.
Por el contrario, es en la variedad donde la mente encuentra agrado y su motivo de existir. En la variedad no hay posibilidad de trascendencia. La mente necesita el cambio constante para subsistir, de ahí su incesante búsqueda de impresiones nuevas; ése es su alimento."
Lo único, personalmente prefiero, en vez de hablar de "repetir" asanas de yoga, decir que las hacemos "de nuevo" o sea, como si fuera la primera vez. Dos expresiones "repetir" y "hacer de nuevo" aunque aparentemente sinónimas, muy diferente a nivel de significado profundo. Por lo demás estoy bien de acuerdo, el afán de cambio continuo apela a la mente superficial, sólo el ahondar en la misma secuencia nos permite calar en los estratos más profundos de la práctica. Por eso y otros motivos desde hace ya más de diez años cada viernes nos ejercitamos en la misma secuencia.
Podría firmar muchos de los párrafos de Emilio J. Gómez en este y en otros artículos, también a mi el afán de hacer padmasana, o posición de loto, fue lo que me condujo a la práctica de yogasanas. Sin embargo, sigo practicando asiduamente esta posición en mis meditaciones. Tal vez esto sea algo subjetivo y no sé si intersubjetivo, pero para mí la propia ejecución de padmansana constituye una meditación. Cierto que, como dice Emilio J Gómez, se puede meditar en diversas posiciones, incluso cabe añadir en movimiento o realizando otros quehaceres. Mismo así todavía prefiero Padmasana (siempre sin forzar las rodillas y sólo si el cuerpo acompaña) que considero un verdadero nudo que sujeta con firmeza la mente. A los budas que habitan los paraísos, purgatorios e infiernos me los imagino meditando en padmasana, lanzando de continuo ese mudra como una enseñanza.
Joaquín G Weil realizando padmasana en YogaSala Málaga. Foto: Victoriano Moreno.
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