Gracias, Jaguar, a tu valentía que atravesó océanos y que estableció el camino por el cual pude conocer al gran Taita Edilberto.
Me siento honrado y afortunado de conoceros: Andrés, Edilberto y ojalá algún día, al abuelo Querubín de 106 años. Sois una dinastía admirable de hombres generosos transmisores de una sabiduría ancestral que nos trae la salud, la luz y la fuerza de los ríos y las selvas que acogieron tanta generaciones de cofanes buenos.
Qué gran tesoro mantenido milagrosamente a lo largo de los siglos. Dios os bendiga y os guíe para bien.
Y gracias, claro está, a Anna y Suhail que, gracias a su arte, visión y generosidad, sirvieron de puente.
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