lunes, septiembre 05, 2005

Todo cambia


Rishikesh, 2-9-05


Hoy me atravesé el Ganges en una barquichuela de a cinco rupias el pasaje. Luce anchuroso el río sagrado con la crecida del monzón. Los peregrinos devotos arrojan por la borda azucarillos a su río-dios, o a los peces que se los comieran. Viajé en barco en vez de atravesar el puente colgante porque iba cargado con cinco kilos de libros de Yoga que enviar desde la estafeta del Swargashram, el ashram donde estudió Yoga Mircea Elíade a principios del siglo XX, bajo la tutela del propio Sivananda. Al cabo del tiempo, Mircea Eliade decía que no merecía la pena volver a su antiguo ermitorio donde había ya hasta una estafeta. Hoy, sin embargo, esta estafeta parece tan antigua y tan romántica, sobre todo si la comparamos con lo que vino después. El año pasado, sin ir más lejos, mocharon un árbol centenario para construir un aparcamiento para taxis en el Ram Jula. Y fuera del Dayananda Ashram hay hasta una estación de richshaw, y dentro un locutorio telefónico. Que le entra a uno la voluntad de remontarse en esas cordilleras himaláyicas que cierran el paisaje hacia el norte. Así que menuda preocupación es la estafeta, que por otra parte, bajo los árboles y un soportal por dentro, sin luz eléctrica, semeja los claroscuros de los cuadros flamencos, donde los operarios morosamente te pesan los libros en una romana y te los envuelven en tela de saco.

Entre tanto, te da tiempo a comerte un arroz con chapati (torta de pan recien hecho) en una daba (chiringo). En esta ciudad, todos los restaurantes emplazados a orillas del Ganges se orientan hacia la calle interior, sin ventanas siquiera hacia el río. Y el único restaurante con vistas, el Amrita, es un local para turistas, está casi siempre vacío, por eso me llego a escribir aquí tranquilamente estas notas.


Foto: Eliade en la India


1 comentario:

J. A. Montano dijo...

El placer del moleskine, a orillas del Ganges!

Abrazos!