Las personas que comienzan a aprender y practicar Yoga lo hacen con diferentes objetivos. Se busca paz interior, mejorar la salud o la forma física, relajarse, dormir mejor, etc. Los textos tradicionales nos dicen que el objetivo de la práctica es la depuración de la persona (mente y cuerpo) para alcanzar la unidad con lo Absoluto, el sí mismo, Atman, Dios o como quiera que lo llamemos. En cualquier caso, la práctica del Yoga es de tal naturaleza que al final todas las razones para iniciarse resultan ser válidas y hasta verdaderas.
Mi experiencia es así: Había comenzado recientemente a interesarme por la meditación Zen (en sánscrito Dhyana) y consideré que necesitaba un método para mejorar mi condición física para la meditación. Quise aprender Yoga por si pudiera ayudarme a este respecto. Desde entonces, hace ya trece años (así de rápido pasa el tiempo), mi interés por el Yoga ha ido en aumento.
En cierto modo, considero que aquel primer objetivo (mejorar la meditación) sigue siendo válido y verdadero. Pero, al mismo tiempo, el Yoga ha ido constituido para mí algo más. Quien practica con decisión y constancia va descubriendo cada día nuevas dimensiones del Yoga.
Un de los descubrimientos más importantes es que la pregunta acerca del "por qué" se va convirtiendo poco a poco en la cuestión del "cómo".
1 comentario:
namasté y totalmente de acuerdo!
de hecho, esta pregunta de ¿cómo? me ha llevado a mejorar mi actitud conmigo misma, pues al estar a la escucha atenta del cuerpo, no puedo evitar/obviar el escucharme a mí... no a mi mente, ni a mis pensamientos (los cuales me ayudan inevitablemente a llegar a mí), sino a lo que hay detrás, una voz de fondo que está empezando a murmullar, bajita pero inexorable.
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