miércoles, noviembre 24, 2010

Des(a)nudar-se


“Lo dejamos”, decimos, como si alguna vez nos hubiese pertenecido, o lo hubiéramos tomado, tenido, mantenido, como si ese fenómeno o idea, esa persona o escuela, al prestarle nuestra sincera y dedicada atención, se encarnara en nosotros y nos proyectáramos como sus indivisibles representantes, como si no se rehiciera inmediatamente con una nueva estructura realzada (por nuestras aspiraciones y tendencias) dentro de nuestra mente, como si su relieve no superara la disociación del resto de su contexto, tomando color y silueta, encauzando de forma única la inmediatez de nuestras decisiones y actitudes, como si fuésemos capaces de adquirir una real parte
de este mundo que no se hallara ya dentro de nosotros reproducida, plagiada o supuesta, y la tomáramos por auténtica, o como si en el mismo momento de captar nuestro interés, no hablara esta imagen a través del lenguaje previamente esbozado desde nuestra mirada, como si en verdad decretáramos de algún modo relevante alguno de los avatares que presenta la vida. Para serlo, para no serlo, re-presentarlo, nos pensamos en el deber, nominal y activo (la palabra arrastra un programa reactivo de doctrina previamente adquirido mediante repeticiones de conductas, actitudes y decisiones instruidas socialmente), de querer, de tener, de coger, de dejar, de rechazar... tomamos la simbiosis identitaria con los hechos u objetos y sus implicaciones como la forma única de personalización (de expresión) ante el hecho de escoger una senda, sin saber conscientemente que ofrendamos al significado que nos sugiere el objeto gran parte de nuestra voluntad y energía como ser, por lo que, aunque el sentido y sentimiento personal de posesión esté inevitablemente presente en estos sucesos, es el objeto, el fantasma del objeto en realidad, que preexiste en nuestra mente (la idea, relativa y fragmentada, que de él tenemos), en el mejor de los casos, merced a las memorias de una experiencia asociada en primera persona, el que nos posee y condiciona con lo que creemos que implica, para estar a merced de las circunstancias que propiciara o creemos que propicia; así pues, el hecho de deshacernos cada vez más y mejor de las inercias a las que nos atraen las asociaciones de este tipo con innumerables elementos de nuestra relación existencial (perceptiva, mental, emocional) con el entorno, es progresivamente más intrincado y complejo, tenso y dramático, y hace que soltarnos, dejar, dejarnos ser con naturalidad y la mayor libertad posible, sea algo incomprensible para nuestra actitud corporal y desenvolvimiento psíquico en unas primeras tentativas de esclarecimiento.

Para no atarnos a las madejas que bailan entre tener (desde querer) y dejar (desde rechazar), hemos de saber soltar. Para soltar íntegramente hemos de trascender esta connotación originariamente física asociada a la tenencia, deshacer cada inercia desde su reconocimiento y análisis consciente a la primera chispa de reacción a cualquier carácter ligado a la posesión, esto es personalidad en tanto es personalizar, identificar(se), seguir(se), arrastrar(se), familiarizar(se), intentar(se), querer(se), cristalizar el ser. Hemos de saber soltar lo que nunca hemos tenido, lo que continuamente cogemos y perdemos, lo que tomamos prestado para recordarnos a cada instante, para estar, para no languidecer en la confusión; para dejar, recordemos que tener es sólo una mecánica natural, o, si se quiere, un instinto, depurado por siglos de evolución adaptativa, pero no lo tomemos por algo definitorio, eso está aquí mucho antes de que tú descubrieras que eras tú o nosotros fuéramos nosotros, y, simplemente, dejemos que sea, sin vestírnoslo (para aliviarnos el afán reflectante de ser, o ego), imprimiendo nuestra ansia en conductas diversas, gestos del cuerpo, estructuras azarosas del mundo o abigarradas metafísicas culturales. Suelta te.

3 comentarios:

Ruth dijo...

Pero, ¿cómo salir de esta ilusión del ser y el tener? Empecemos por transformar nuestra mirada para que intuya lo que en realidad somos

Joaquín García Weil dijo...

Bienvenido, Paco, como colaborador al blog.

Gracias por tu aportación.

Paco dijo...

Muchísimas gracias.