domingo, abril 17, 2011

Leer, Sentir, Fluir, Ser




Buenas tardes, noches y mañanas

Una semana mas, dispuesto a compartir con vosotros algo mas de este continuo sentir, de ese maravilloso fluir y apreciar que es la vida.

Una buena cuestión que os preguntareis mas de uno, seria saber por qué escribo y comparto con vosotros todo lo que veis desde hace unos meses (o al menos eso espero, que la prisa del día a día no te impida compartir unos minutos conmigo, que al fin y al cabo suelen ser compartir con uno mismo cuando uno medita sobre ello o fluye en ello) en esta reflexión abierta.
Se que lo que con vosotros comparto no es ni algo nuevo, ni novedoso, ni pretende estar en acre moda alguna (trato de huir de los egos espirituales, que también se dan), ni siquiera ha de tener un valor especial ni por encima ni por debajo de cualquier otra reflexión. Creo, eso si, que a todos nos ayuda.
Lo que es claro, es que creo que tiene su justa medida (el tan manido mesités griego, por no decir aristotélico) y valor, en el sentido que nos ayuda a dar valor a muchos hechos, experiencias, etc., que tienen un grandísimo valor, mas del que imaginamos y, por supuesto, mas del valor que le da el “sistema”, por así llamarlo.
En definitiva nos sirve para reafirmarnos, pero también para profundizar.

Hace unos días, me encontré junto a la boca del metro a una joven y encantadora mujer, que trataba de conseguir socios para greenpeace.
Era un gran punto de luz en medio de la plaza de santa barbara, alonso martinez. Por ello, me alegro de haberla conocido.
Me pareció maravilloso el trabajo que hacen, lo conociera mas o menos, si bien es verdad que las verdades cuando se institucionalizan dejan de ser verdades en demasiadas ocasiones.
Me pareció loable defender el astracán para que no se extermine tal animal por pieles cuando tenemos otros medios para abrigarnos, o pensar en el tsunami japonés, o en los petroleros contaminantes, pero, ¿hacemos algo por nuestro vecino, amigo, supuesto enemigo, madre, prima, amiga o novia?

Ya lo dijo el padre del trascendentalismo, R.W. Emerson en el siglo XIX, pero muchos otros antes y después, es una vil bellaquería estar en pro del abolicionismo de la esclavitud en las Antillas caribeñas, si seguimos esclavizando sin pudor de mil maneras a los que nos rodean.
Consciencia es también esto. Ganar dinero es legítimo, ayudar también, pero no de cualquier forma.

¿Llegamos en algún momento a esclavizar, vía creación de dependencias emocionales, psicológicas, espirituales, etc?

¿Somos conscientes de que cada decisión y forma de vivir, sentir, ser, repercute sobre cada uno de los seres que transitan cerca de nuestras vidas, e incluso, sobre muchos otros que no conocemos? No, no voy en el sentido de rescatar un efecto mariposa tan manido como para pretender que un pedo, si, si, un pedo, haga desaparecer una estrella en no se que galaxia. Evidentemente no voy por ahí.
Actuemos en la medida de lo posible tan solo con consciencia.

Nuestra única responsabilidad es tratar de dejar este mundo un poquito mejor para nuestros hijos, o al menos, no peor. Y lo fundamental ante ese reto, es obrar sin hacer tanto (a buenos entendedores pocas palabras bastan) en el sentido de no tratar de regirlo todo por intereses espureos, incluso hacer en la medida de lo posible de forma desinteresada, obrar sin hacer,como ya leísteis en uno de los textos que os envié.
Y por supuesto, olvidar lo hecho tras hacerlo. Los reconocimientos propios y ajenos que se los quede quien quiera llevar tal peso.

Como hablaba el otro dia con un grupo encantador bajo un manto estrellado en la sierra de Madrid, donde uno dijo: una sola cerilla ilumina la oscuridad de todo un cuarto, encendamos cerillas. A lo que otro añadio, sabeis que la luz de una cerilla o de una linterna se puede ver a decenas de kilómetros cuando estas en la montaña?

Sigamos encendiendo pequeñas cerillas. No nos olvidemos de nosotros mismos, lo que implica a todo el que te rodea.

Un abrazo fuerte a todos. Y sigamos compartiendonos.

Ruben Revillas

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