En un principio no tenía previsto ir al Encuentro Nacional
de Biodanza, al anularse la actividad que pensaba hacer me decidí con premura ir a tal encuentro. No sabía dónde me metia.
El encuentro era en el hotel Torrequebrada, llegamos el
viernes, la presentación, encuentros con amigos y primera vivencia
multitudinaria. A partir de ahí un torbellino de sensaciones maravillosas se
apodero de mi, cualquier momento del día era apropiado para charlar ,abrazar,
besar. Conocer la labor de maravillosos “ facilitadores” de todo el mundo,
llenos de sensibilidad que hacían fáciles los ejercicios propuestos en sus vivencias.
Yo fui a tres, en la 1ª me enamore de la vida con Tiziana y Olivero, en la
segunda me enamore del Señor de los Anilllos con David, en la tercera me
enamore de todo el mundo con el taller de sexualidad de Margarita.
Impresionante el trabajo de todos basado en el genial Rolando Toro.
Uno tiene la sensación final de que el mundo todavía tiene
una oportunidad, que si biodanzamos juntos podríamos arreglar muchas cosas. Es,
ya lo sé, una utopía, pero es bello pensar que podría ser.
Para mí ha sido una experiencia única, la vuelta a casa ha
sido bastante dura, el mundo real te pone en tu sitio, pero espero que la
semilla que en mí ha sido plantada crezca con fuerza y seamos capaces de llegar
a ese amor indiscriminado e incondicional del que se habla en biodanza.
Especial agradecimiento a los integrantes de la Escuela de Biodanza
Al-andalus con Tuco a la cabeza que facilitaron “muy mucho” nuestra estancia.
Os animo a probar una clase de biodanza, a algunos ya nos ha
cambiado la vida.
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