domingo, febrero 26, 2012

Resiliencia.

Resiliencia es la capacidad que tenemos para, ante las adversidades y los reveses de la vida, recuperarnos, reponernos y, más allá de simplemente sobrevivir, transformarnos, mejorar y crecer. 
Resiliencia, la verdad que hasta hace poco no sabía ni que existía esta palabra. La leí, recientemente, en uno de los innumerables  libros de autoayuda que me voy zampando y, por el contexto, supe, más o menos, de su significado, pero como me encanta conocer palabras nuevas, y por más que leo o escribo es algo que nunca para de sucederme, siempre que me encuentro con una nueva corro al diccionario a buscarla, o como en este caso, tecleo en el Google, y aparece la bendita Wikipedia. Resiliencia. En principio no me parecía que sonara demasiado bien, e incluso me costaba pronunciarla, pero desde que conocí su definición, la he repetido un centenar de veces. Resiliencia. Resiliencia. Resiliencia... Como una letanía, la he nombrado y he dejado que la vibración de su sonido y de su poderoso significado me posea y he vibrado con él.
Existe un fuerte deseo de  sentirnos bien dentro de nosotros. De hecho, todo deseo esconde el deseo primigenio de sentirnos bien. Si uno desea más dinero, o un coche, o aprobar un examen, o viajar a la luna, es porque en el fondo cree que cuando ocurra, cuando lo deseado se manifieste, se sentirá bien. No podemos escapar del deseo, incluso el mismo afán por desterrar el deseo como origen de todo mal, es un deseo en sí. Por lo general y para la mayoría de las personas la realidad no se corresponde con lo que se desea,y esta falta de correspondencia entre la realidad y el deseo es la mayor causa de sufrimiento en nuestras vidas. No es el deseo en sí lo que nos hace sufrir, sino que la realidad no concuerde con nuestros deseos. De hecho, cuando deseamos algo que vemos manifestarse en nuestras vidas no tenemos ningún problema con el deseo. Es de hecho la sensación más embriagadora a la que tenemos acceso, sentir y contemplar que nuestros sueños se han hecho realidad. Por eso no creo que haya que renunciar al deseo. Al contrario debemos soñar con un mundo mejor, visualizarlo, saborearlo y enfocarnos en él con todo nuestro amor y toda nuestra fuerza.

Eso no garantizará que vuelvan a suceder cosas que no deseamos. Pero, hasta donde alcanzo a comprender, no se trata de obtener todo lo que deseamos, porque siempre desearemos cosas nuevas, y eso es bueno, porque eso es lo que hace que este Universo se expanda. Lo interesante aquí es, creo, seguir soñando y desarrollar la resiliencia. Nuestra capacidad de sobreponernos a una realidad que no deseamos. Ante un comentario desagradable, una mirada hostil, una accidente, una perdida, una ausencia, saber reponernos, reajustar nuestra atención hacia el lado positivo, luminoso y armonioso que se encierra y se manifiesta en cada    partícula del Universo manifestado, sonreír y seguir soñando.
Esta es nuestra verdadera Libertad, tener la fuerza y el coraje de elegir en todo momento la Luz y el Amor.   Haga lo que haga, esté con esté, huela, toque o vea lo que sea que se presenta en mi campo de conciencia, tener la capacidad de encontrar motivos para sentirme bien. 

3 comentarios:

Miguel Gómez Losada dijo...

Gracias.

Joaquín García Weil dijo...

Ahí está el engaño: "para la mayoría de las personas la realidad no se corresponde con lo que se desea"

No son la mayoría, son todas las personas, quitando tal vez algún Budha o Bhagavan.

Salvo esta pequeña apreciación o matiz, muy oportuno el artículo. Gracias, Rafael, por publicarlo aquí.

Rafael Medina Calderón dijo...

Om Shanti!