jueves, octubre 11, 2007

APUNTE 13, HOMÚNCULO: EL ALMA EN TUS MANOS (Y EL SIGNIFICADO DE LOS MUDRAS)


En los años cincuenta del siglo pasado el neurocirujano Wilder Penfield desarrolló un modelo de figura humana donde el tamaño de cada parte del cuerpo está en relación con la zona del epicórtex que lo maneja. Particularmente las manos de este homúnculo cortical en proporción son enormes, parecen cuerpos a unas manos pegados. No es que sean precisamente hermosos, pero sí ilustrativos de la importancia de las manos en nuestra inteligencia.


Gran parte de la capacidad sensorial y motora del córtex cerebral se ocupa del movimviento de las manos. El epicórtex es la capa más fina y la cubierta exterior del cerebro. Y es la capa que se desarrolló más reciente en la evolución de nuestra especie, por tanto es la más humana. Como se sabe, el ser humano es el único especimen entre los primates y, en consecuencia, entre todos los animales, con habilidad suficiente en las manos para manejar instrumentos de un modo preciso, es la disposición del pulgar la que determina la diferencia.

La relación entre las manos y la inteligencia posee un doble sentido: por la inteligencia se mueven las manos, pero también el movimiento y la sensorialidad de las manos mueve la inteligencia.

Las manos y sus gestos contienen un mensaje o simbología universal (consciente o no) además de poder constituir códigos convencionales, como lenguaje de signos.

Dentro de la filosofía tradicional de la India existen cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. En la relación macrocosmos-microcosmos que establece en el ser humano un reflejo del Universo, encontramos estos cinco elementos:

Tierra en la base o suelo del tronco.

Agua en la zona media del vientre, donde se encuentra la vejiga.

Fuego en el ombligo, donde el calor gástrico cuece los alimentos, en India considerado plexo solar. También en el corazón que distribuye el fuego en el cuerpo

Aire en la región de los pulmones y garganta que inspiran y distribuyen y exhalan el aire en el cuerpo.

Y éter en la cabeza.

De nuevo en las manos encontramos la misma distribución.

El meñique corresponde al la tierra.

El anular al agua.

El corazón al fuego.

El índice al aire.

El pulgar al éter.

Las manos, como hemos dicho, presentan una simbología y un significado propio y universal. El dedo corazón se llama así porque en él comienza o concluye el meridiano que lo une con el corazón. El dedo índice representa al yo. Por eso es el dedo que levantamos para simbolizarnos. Es el dedo que corresponde al elemento aire o a la respiración en nuestro cuerpo, y la respiración ha dado nombre en griego (psique, neuma) o en sánscrito (atman) al alma. El dedo anular es el del anillo de compromiso y corresponde al bajo vientre, a la zona reproductora del cuerpo. El dedo pulgar corresponde al éter, en nuestro cuerpo la cabeza, en el universo lo más elevado: Dios.

A la luz de estos significados, podemos interpretar los gestos o mudras de las manos. El pulgar en alto significa afirmación, lo positivo, el acuerdo. Igual el índice con el pulgar: el ego en su unión con el Todo.

También las manos como conjunto presenta sus significados universales: la mano abierta hacia arriba significa amistad y saludo, transmite confianza. Abierta hacia abajo significa don o regalo. Ambas palmas juntas ante el pecho significa concordia.

Este escrito es parte del borrador de la conferencia ofrecida en las II Jornadas de Arte Moderno y Contemporáneo sobre el cuerpo en el arte, organizadas y publicadas por el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira, Sevilla


Volver a Página principal




No hay comentarios: