jueves, enero 10, 2008

La intuición en los orígenes del Yoga (Yoga interior, Yoga exterior 3)

Además de que el Yoga, plausiblemente, fuera creado de este modo intiuitivo hace miles de años en las riveras del Indo, tal vez haya sido recreado de igual manera antes o después innumerables veces. Puede pensarse que esta recreación constante del Yoga sólo es posible en el entorno cultural indio o pre-indio, donde la presencia de modelos más o menos cercanos se convierte en una enseñanza constante. Sin embargo, la lógica natural y algunas noticias nos empujan a pensar que tal reinvención del Yoga es posible en otros entornos culturales, en diversas épocas y lugares, aunque siempre a cabo de personalidades excepcionales. Como muestra voy a citar el caso del creador o recreador de una de las diversas religiones sincréticas del Brasil contemporáneo José Gabriel da Costa, tal como se recoge en el libro Estrela da Minha Vida de Edson Lodi, según testimonio de su hermano Antonio hablando de su infancia:

“José Gabriel tenía mucha habilidad y destreza, un equilibrista nato. Se movía con los piés en alto y la cabeza hacia abajo(...) Parecía que José no tenía huesos. Hacía lo que quería con las piernas, los brazos y la cabeza, recuerta Antonio Gabriel.”

El hecho de que podamos distinguir entre un “Yoga Interior espontáneo” y un “Yoga Exterior o aprendido” no quiere decir que ambos tipos de Yoga sean contrarios o contradictorios, como ya hemos apuntado. El Yoga espontáneo, intuitivo o inspirado es el origen del Yoga aprendido. Los visionarios o rishis, cuyos nombres conocemos por la designación de algunas asanas o por leyendas (Matsyandra, Vashishtha, Marichi, etc.) traen mediante su destacada comprensión un modo de autoconocimiento que sus seguidores o discípulos puedan aprender. Lo más interesante del Yoga aprendido es que sobrepase la mera doctrina, las formalidades y, a su vez, se convierta en un Yoga intuitivo, en una comunión con su propio centro, que es a la vez personal y universal. O sea, se trata de una sabiduría que puede ser descubierta y experimentada dentro de sí y, a la vez compartida con otras personas, pues cada cual puede tener la misma experiencia y conocimiento. Lo descubierto se expresa y lo expresado de aprende. De este modo Yoga Interior y Yoga Exterior son en realidad dos momentos o dos caras en la evolución de algo único. A este respecto en el diario de Atmananda aparece un fenómeno revelador: Ananda Mayee Ma (y su marido Bolanath) cuando entran en Samadhi (iluminación o comunión interor con el universo) adopta de manera espontánea una posición sedente completamente erguida y firme. Lo que es más, adoptar esta posición es para sus seguidores presentes signo de Samadhi, del mismo modo que deshacer esta posición es señal de salida del Samadhi. Lo cual concuerda con el dicho Zen: la postura de Zazen (sentarse erguido sobre un cojín con las piernas cruzadas, las rodillas en el suelo y la nuca extendida) es Satori (iluminación). Es fácil observar que los meditadores experimentados adoptan durante la meditación una postura firme, quieta y erguida, algo así como enérgicamente relajada o relajadamente enérgica.

Artículo publicado en la versión impresa del nº 8 de la Revista Dharma
Foto: posición de Zazen

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