Recuerdo nítidamente cómo con cuatro años, sentada en el regazo de mi madre le pregunté: Mamá, ¿yo por qué soy yo y no otra persona? Mi madre me miró sorprendida y me dijo: "No te entiendo". A lo que yo contraataqué: "Sí, ¿porqué soy yo con este cuerpo y no otro?". Esto la desconcertó aún más y llamó a mi padre y ambos me hablaron de algo que yo no había preguntado y rieron sin aclarar mis dudas. Estaba claro, empezaba a discernir y el tener conciencia de mí misma me maravillaba. Aún me preguntaba muchas más cosas y muy profundas. Los niños hacen a veces este tipo de preguntas y reflexiones filosóficas, desde muy pronto comenzamos a tener dudas existenciales. Mi madre se acuerda y comenta cómo desde chica era ya un poco "mística". Todos lo somos.
¿Qué es lo que nos pasa en el camino?¿Por qué dejamos de preguntarnos esas cosas?¿Será que encontramos respuestas? No sé. En mi caso hay días que la pregunta está ahí en mayúsculas y hay otros días en los que sé la respuesta. Lo que sé es que no soy sólo mi cuerpo, ni mi cuerpo y mi mente, hay mucho más, pero mientras más profundizo más espacios encuentro y más cosas descubro sobre mí que me sorprenden y menos sé.
Está claro que hay días mejores que otros, me siento a meditar y me encuentro con el pasado armado de recuerdos amargos. Me siento triste. Observar la tristeza y sentirla me obsequia con un dolor de cabeza punzante. Elijo aceptar y acogerlo. Quisiera limpiar todos esos residuos kármicos que pululan por mi subconsciente, pero ya estoy de nuevo queriendo cambiar lo que es.
Meditación es conocimiento, la más grande de las ciencias, la autorrealización, la compresión más profunda, aunque duela. Agradezco a la vida el ofrecerme acceder al Dharma,el yoga y la meditación. Así se contestan las preguntas que comencé a eludir, o quizás no.
Copio un poema del venerable Lama kaguiu Guendun Rimpoché.
LIBRE Y RELAJADO: UN CANTO VAJRA ESPONTÁNEO.
La felicidad no se consigue
con grandes sacrificios y fuerza de voluntad;
ya está presente en la relajación abierta y en el soltar.
No te esfuerces,
no hay nada que hacer o deshacer.
Todo lo que aparece momentáneamente en el cuerpo-mente
no tiene ninguna importancia.
sea lo que fuere tiene poca realidad.
¿Por qué identificarse con ello y después apegarse?
¿Por qué emitir juicios sobre eso y sobre nosotros?
Es mucho mejor dejar
simplemente que todo el juego ocurra por sí mismo,
surgiendo y replegándose como las olas
-sin alterar ni manipular nada-
y observar cómo todo se desvanece y
reaparece mágicamente, una y otra vez,
eternamente.
Es nuestra búsqueda de felicidad
lo único que nos impide verlo.
Es como perseguir un arco iris de vivos colores
que no alcanzas jamás,
o como un perro intentando atrapar su propia cola.
Aunque la paz y la felicidad no existen
realmente como una cosa o como un lugar,
están siempre disponibles
y te acompañan a cada instante.
No creas en la realidad
de las experiencias buenas y malas;
pues son tan efímeras como el buen y mal tiempo,
como los arco iris en el cielo.
Deseando aferrar lo inaferrable.
te agotas en vano.
En el instante en que abres y relajas
ese apretado puño del aferramiento,
ahí está el espacio infinito,abierto,seductor y confortable.
Sírvete de esta espaciosidad,
de esta libertad y tranquilidad natural.
No busques más.
No te adentres en la enmarañada selva
siguiendo el rastro del gran elefante despierto,
pues ya está en casa descansando apaciblemente
enfrente de tu propio hogar.
Nada que hacer o deshacer,
nada que forzar,
nada que desear,
nada falta.
Emajó! Maravilloso!
Todo sucede por sí mismo.
Gracias maestro.
Om.
Isabel.
1 comentario:
Gracias Isa
Metta,
Gemma
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