Parafraseando a Leonardo Ravier, en un proceso de Coaching se procura que el cliente tome conciencia, refuerce su creencia en sí mismo y encuentre la motivación suficiente para actuar de manera responsable.
Para escapar de la desdicha de nuestra infelicidad y frustración el camino inevitable es darnos cuenta de cómo somos, cómo reaccionamos, pensamos y actuamos en el día a día. ¿Por qué hemos de hacer esto? Por el simple hecho de que la búsqueda fuera de nosotros no nos lleva a la felicidad sino a la dependencia e insatisfacción; ya que nunca vas a cumplir el “llenarte” siempre vas a querer más y más.
Digamos que la vida es un rio con dos orillas. En una orilla está el dolor y en otra el placer. Como bien sabes, intentamos evitar y rehuir el dolor con la idea de sentir más placer. Así que deseamos estar siempre cerca de la orilla del placer y ¿qué sucede? Que este placer es efímero (al igual que el dolor aunque no te hayas dado cuenta). El placer se acaba rápidamente y tienes más sed, así que sigues buscando aplacarla. Cada uno de nosotros busca placer de una manera determinada ¿cuál es la tuya? Enamoramiento, experiencias espirituales, comida, bebida ¿quizá viajar? No digo que éstas cosas no estén bien. No, lo que resalto es que si todo esto lo realizamos desde una búsqueda más que desde un lugar de claridad, convertimos estas experiencias en puentes que quemamos hacia nuestra felicidad. ¿Cómo sabemos que es así? Simple: cuando acaba la experiencia estás buscando la siguiente.
Evidentemente puedes quedarte toda tu vida en esta espiral. O bien puedes tener la suerte, y repito la suerte, de que algo en la vida te obligue a parar. Cuando paras puedes elegir el tomar responsabilidad de tus acciones y sus resultados mirando hacia dentro; o seguir en la búsqueda de placer que no tiene fin. ¿Por qué mirar hacia dentro? Porque es en esta acción, cuando puedes darte cuenta de quién eres realmente no “quién te gustaría ser” y además has de mirarlo sin juicio y condena.
Así comienza tu cambio y ese cambio te llevará a tener una mente más clara y lúcida. Esta mente es la que provoca en tu vida un cambio cualitativo, ya que nos otorga libertad y responsabilidad. Cuando hablo de libertad no quiero decir el hacer lo que quieras, sino el elegir frente a una situación tu respuesta más coherente con tus propios valores e intereses, y así; actuar en consecuencia, de manera responsable.
Bien ¿y cómo comienzas este darte cuenta? Lo importante es que no se convierta en obligación sino que lo sientas como un proceso natural, sinceramente si te das cuenta de cómo reaccionas en diferentes situaciones y lo haces por un segundo o dos , los beneficios que obtendrás serán asombrosos. Imagina una noche oscura sin luna en la que no sabes dónde estás, pasa una estrella fugaz e ilumina por un segundo, cómo cambia la visión del paisaje ¿verdad? Pues de la misma manera, el darte cuenta, cambia tu propia comprensión. Por lo tanto, el darse cuenta es comprender las relaciones del ego, del “yo”, en su relación con las personas, las ideas y las cosas. Darte cuenta de todo el proceso de pensamiento y trascenderlo.
Lo primero que tenemos que hacer es incrementar la atención. La buena noticia es que todos podemos hacerlo. Te propongo dos ejercicios para que incrementes la atención en tu día a día y veas cuáles son los hábitos que te ayudan y cuáles te limitan. Primero haz un listado lo más minucioso que puedas de todo lo que te molesta. Sí todo. Desde el ruido de la nevera hasta los aviones que pasan cerca de tu casa. Por otro lado ponte a hacer una listado de deseos, de tus deseo realizables o no. Eso no importa, si te apetece volar en un caballo alado ponlo, no importa son tus deseos. Después de hacer esto ¿a qué le dedicas más tiempo en tu vida? ¿a lo que te molesta o a lo que deseas? ¿qué crees que te quita energía? ¿cuál crees que te aporta energía? Este es el primer peldaño de la escalera. Tú elijes empezar a darte cuenta.
Gemma Martín Naranjo
Docencia, Life Coaching y Orientación Profesional
Tel. 647 84 84 24
coachingpersonal@hotmail.com
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