La habilidad de escuchar de forma atenta, sin juicio, consejo o lógica es una de las más difíciles de encontrar, y a su vez; muy valiosa para nuestra vida personal y profesional. Podemos comunicarnos bien con nuestro lenguaje pero carecer de esta competencia. Por ello vamos a revisar algunos aspectos sobre ella.
La escucha es una herramienta fantástica por diferentes motivos:
- Podemos aprender de nuestros interlocutores, ya que escuchamos formas diferentes de hablar y además información nueva.
- Esta competencia ayuda a reducir los conflictos por malentendidos (y el tiempo que invertimos en resolverlos).
- Las personas cuando se sienten verdaderamente escuchadas pueden sentirse con mayor confianza y cercanía a su interlocutor ya que desarrolla fuertes lazos entre las personas.
- Si nos dedicamos a hablar en público hará que nuestra participación llegue con más profundidad a los asistentes.
- En entornos de trabajo crea ambientes amistosos que llevan a la creatividad, productividad y calidad.
- Incentiva la creatividad para la resolución de problemas.
A tenor de lo expuesto, no queda duda que hemos de prestar atención a nuestro tipo de escucha. Seguramente puedes considerarte una persona que sabe escuchar pero quizá antes de ser categóricos con ello sería interesante que identificaras el modelo de escucha que usas en tu vida diaria. Voy a utilizar la clasificación que hace Adele B. Lynn en su libro “50 Actividades para desarrollar la inteligencia emocional” en ella nos habla de:
Disimulador/a. Seamos honestos/as, este modelo lo hemos utilizado en más de una ocasión, en clase, con nuestra familia, en el trabajo, con amigos, etc. En este modelo tenemos la capacidad de “parecer” que escuchamos pero en realidad estamos planificando el día o pensando en cualquier tema que nos parezca más interesante.
Interruptor/a. Queda claro, en vez de escuchar estamos buscando cualquier hueco en la palabra del otro para intervenir, así que no hay escucha de lo que nos está trasmitiendo la otra persona.
Intelectual. Seguimos sin escuchar, recogemos todo lo que nos dice nuestro interlocutor para intelectualizarlo llevándolo a la lógica y no conectando con lo que nos quieren comunicar.
Aprovechado/a. Parecido a los anteriores, la diferencia radica en llevar el foco de atención a ti. Sería algo así como “pues a mí me pasó algo peor” y claro, lo cuentas olvidando a la persona que tengas en frente, sus emociones y quizá necesidad de ser escuchada.
El/la conflictivo/a. Da igual de lo que hable el otro si estás en este modelo crearás conflicto donde no lo hay y de nuevo la comunicación y el entendimiento están perdidos.
El/la que aconseja. A ver, dar consejos está bien, normalmente recibimos buenas ideas de los otros pero ¿siempre? ¿pedimos permiso? ¿nos lo han pedido? Si no es así, no estamos escuchando estamos entrando en el juicio y en nuestros modelos mentales olvidando a la persona que nos habla.
Sin entrar a valorar por qué tenemos una tendencia u otra y asumiendo nuestra responsabilidad te animo a que tomes conciencia de cuál es tu hábito para mejorar la comunicación en tu vida.
Cuando hablamos queremos ser entendidos y respetados, para ello es importantes saber en qué modelo te mueves y desde ahí iniciar el cambio consciente a una escucha que tenga más en cuenta a la otra persona. Durante una semana puedes cada noche ver en qué modelos has estado dependiendo de cada persona, quizá te sorprendas.
Continuaremos.
Gemma Naranjo
Coach Plural
Tel 647 84 84 24
gemmanaranjo@coachingplural.es
1 comentario:
Un artículo muy revelador. Gracias Gemma.
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