lunes, julio 02, 2012

Unas verdaderas vacaciones: En verano practica yoga y meditación (entre otras)

(Foto: Dani Becerra) Vistas desde la YogaSala Málaga.

Conocido es el sutra del Buda, donde dice que aunque te subas en solitario a una cumbre en los Himalayas, te llevarás todo y a todos contigo (ya sabes: las victorias de la roja, tu familia al completo, tu trabajo, barrio sésamo, todos los seres amados o los que al contrario, aversiones y gustos, etc.)

Estamos de acuerdo con estas máximas de sabiduría, pero también ocurre (ocurrió y ocurrirá) que cuando miras un mapa mundi desde las altas cordilleras de Mustang, o desde el otro lado del mar Océano, pues la ciudad de origen está tan lejana que parece “un sueño en tu viaje, ave de paso”, como dice el haiku. Y los asuntos se relativizan, y te deja margen de tiempo y de espacio, y libertad de mente y horizontes para colocar algunas cosas en su sitio.

Los vuelos a reacción han introducido ese elemento mercurial (de alas en los piés) en el imaginario humano. Es más todavía que el viaje astral, porque te vas no sólo con el alma, sino con el cuerpo mismo, a otros planos de la existencia, como son las cumbres de los Himalayas o las playas del Caribe, de los cuales, de otro modo sólo tenemos idea por los vídeos y relatos de viaje.

Ya ves: la vida ya es bastante alucinante como para encima querer alucinar de otro modo.

Las enseñanzas del Buda, y de otros tantos maestros de sabiduría, en primer lugar, tuvieron como discípulos a ellos mismos. Igual que cuando recibes un consejo no pedido (como, por ejemplo, este mismo) no te enojes con quien te aconseja, sino que comprende que quien te lo da, se lo ha dado primero a sí mismo o misma.

Cuando alguien llega por vez primera a la YogaSala, le pedimos primero que se sienta bienvenid@ y con tranquilidad. La tranquilidad sólo puede ganarse por medios tranquilos.

De acuerdo, vamos a alcanzar el samadi, la iluminación, la salud perfecta, la Gran Sabiduría o lo que queramos, pero no hace falta que sea ahora mismo o mañana a las cinco.

Y este es un buen consejo para estas fechas: vamos a tomarnos unas pequeñas vacaciones en nuestros afanes: no voy a decir que renunciemos a nuestros grandes objetivos y anhelos, pero bien podemos darnos aunque sea una semana de tranquilidad, de pereza, de sentirnos a gusto con nosotros y nosotras tal como somos y estamos, precisamente cuando estamos practicando yoga o meditación, precisamente cuando estamos aprendiendo o enseñando.

Comprendo que este consejo no vale para cualquiera, sino para aquellos que estén en el punto de cocción preciso para escucharlo. Es como quien oye que la iluminación, “el éxito en la práctica del yoga” o lo que sea sólo se conseguirá a través del sudor y del esfuerzo, se apuntará si es previamente propenso a ese tipo de soflamas.

Cuando escuché la máxima zen de que “hay que practicar como quien quiere apagarse un incendio prendido en su propio cabello”, me lo apunté de inmediato. Resultó que de niño, mientras contábamos historietas y fantasías al calor de un fuego, a un amigo (se llamaba Javier) de modo extraño se le prendió el pelo (rubio) que lanzó una gran llamarada, como un tupé de fuego a lo alto. Cuando nos recuperamos del pasmo, en un brevísimo instante, los demás niños corrimos a apagarle el incendio a manotadas. Así que la estampa siempre me resultó bastante gráfica.

Ahora también toca la vacación y el relajo, cesar en los propios afanes, como Milarepa cansado de construir torres por consejo de su maestro Marpa, se rinde y cae sobre el prado. Ha hecho tanto esfuerzo que ya le da igual iluminarse o no. Y es precisamente en ese instante, cuando se le deshace el nudo en mitad del pecho y pude respirar de modo amplio y libre. No hay nada que conseguir, sino darte cuenta que ya lo has conseguido todo.

Me digo todo esto a mí mismo y me lo digo mientras practico yoga o me siento en meditación tranquilamente Vipassana o Shambhala o meditación con el apellido sea. ¿Tiene sentido entonces la práctica constante, el peregrinar en busca de sabiduría? Lo tiene, es el procedimiento que nos conduce, el momento y el lugar donde podemos reparar en la oportunidad, la ocasión del reposo, el esparcimiento y el relajo. Es imprescindible el avance denodado hacia tu destino para, en algún momento, comprobar que ya has llegado.

Bienvenid@ a la YogaSala y su blog y gracias por leer hasta aquí.

En verano practica yoga y meditación

3 comentarios:

Noelia Gosálvez Rey dijo...

Qué bien me ha venido que me recuerdes estas cosas. Precisamente estaba en el preciso momento de necesitar recordarlas. :-)

Mayte Geáctica dijo...

Gracias, Joaquín, tus reflexiones me ayudan a relajar y calmar el ritmo, con alegría. Abradanzos

Un yogui en Cuatro Caminos dijo...

Si, es bonito el post desde la fotografía hasta el punto final, pasando por la conclusión ("es imprescindible el avance denodado hacia tu destino para, en algún momento, comprobar que ya has llegado"), y la cita zen, emocionante y poética, que me la quedo. Gracias, Javier.