Podemos contemplar el mundo y nuestra vida entera desde dos puntos de vista: desde el deseo o desde la gratitud. Desde el deseo, no pinta bien, pues lo que queremos alcanzar o evitar es (según definición psicológica) infinito. Desde la gratitud, pinta mejor, pues reconocemos el valor de lo que disfrutamos y está a nuestro alcance. Esto es mucho. Damos gracias por todo. No lo consideramos como un derecho sobreentendido. No voy a relatar ya la luz del sol de la que disfrutamos con los ojos, o la incesante música de las cosas: brisas, aleteo de pájaros, espuma de los mares, etc. También el sencillo placer de pasear o saborear los alimentos humildes, como son el arroz y el trigo. Etc.
Los ciudadanos comunes disfrutamos de ventajas que ni los emperadores antiguos se atrevían a soñar, como son los adelantos médicos, o los modernos medios de transporte, etc.
Y qué decir de la cantidad inmensa de información que está a nuestro alcance a un sólo clic, y que a los que ya tenemos cierta edad, en los tiempos pre-internet, suponía visitas a las bibliotecas o compras desde las librerías extranjeras.
Mismo no ya nuestros abuelos, pero escasamente la generación de nuestros padres dispusieron de la cantidad de técnicas y prácticas beneficiosas y útiles de las que ahora podemos disfrutar.
En resumen, gracias. Poder aprender y practicar yoga me parece una maravilla. Y más todavía en unión con magníficos compañeros. Igual con la meditación, el canto de mantras y otras tantas bendiciones al alcance de todos.
Por favor, clic aquí para acceder al horario flexible de yoga y a todas las actividades que se celebran en YogaSala, tanto en días de diario como fines de semana. Algunas de ellas de modo gratuito o por donativo voluntario.
Gracias.
Joaquín G Weil
mailto:yogamalaga@yahoo.es
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