Me gusta ser docente porque me gusta ayudar a otros a sacar de ellos mismos lo mejor que llevan dentro, para que todos podamos disfrutar de eso tan único y genial. Que así dicho queda genial, pero que casi no se consigue en el día a día, al menos, no de forma palpable y visible. Mi profesión es una carrera de fondo en la que muchas veces no veo ninguna meta, me canso, claro, como todo el mundo, pero intento reponerme y seguir adelante de la mejor y más respetuosa de las maneras. Tropiezo y sigo. Trabajo con personas, eso es algo maravilloso y agotador, me encanta, disfruto. A veces soy mera luz, a veces acompañante, a veces limitador o guía… pero intento dar lo mejor de mí a todos ellos. Ahora ya les toca a ellos juzgarme, yo quizás no sea del todo objetivo, aunque pusiera todo mi empeño.
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