jueves, abril 16, 2009

Utopías plausibles y realismos inverosímiles (09 Desarrollo Sostenible y Técnicas del Bienestar)


"Nuestra economía, enormemente productiva (...) exige que el consumo se convierta en nuestra forma de vida, que convirtamos en ritos la compra y la utilización de bienes, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, nuestra satisfacción del ego, en el consumo (...) Necesitamos que los objetos se consuman, se quemen, se sustituyan todavía más rápido"
Victor Lebow


El economista Malthus, inaugurador de la demografía, sostenía que una agricultura en crecimiento aritmético no podía sustentar una población en crecimiento exponencial. Más de un siglo después, esta predicción se encuentra con un nuevo factor: la población en crecimiento exponencial no aspira sólo a sustentarse sino a enriquecerse también de modo geométrico.

Suele decirse que si la población de todos los países del mundo alcanzara el nivel de riqueza de los de USA harían falta de tres a ocho mundos completos para satisfacer su economía.

Si, por ejemplo, un tercio de la población de India o China, los dos gigantes emergentes, alcanzara tal nivel de vida norteamericano, se ocasionaría una catástrofe ecológica de dimensiones considerables. Y mayoritariamente a la población de aquellos países les gustaría enriquecerse lo más posible.

Anne Leonard lo explica de un modo muy gráfico en su vídeo The story of stuff (La historia de la materia) traducida al español en la red con el título ¿Por qué sufrimos? El fallo básico del actual sistema económico consiste en que un mundo finito como el nuestro no puede soportar un proceso lineal de extracción, fabricación, distribución, consumo y deshecho. Tal sistema requeriría unos recursos infinitos.

Cuando yo era niño, en películas, tebeos y novelas de la llamada ciencia ficción se fantaseaba sobre cómo sería el futuro digamos en el ya lejano año 2000 que, tal vez por la redondez de sus cifras, era una de las fechas que solían ponerse de referencia. Algunos de los artefactos que entonces se soñaban han existido luego, como las puertas que se abren solas gracias a las células fotosensibles. Otros artefactos figurados todavía no existen o sólo como rarezas o maquetas, como los coches que vuelan. Por fin algunos inventos no imaginados ahora son de uso común, como es Internet.

En un libro de perspectivas de futuro que leí hace algunos años, se hablaba de que en un porvenir no demasiado lejano, la humanidad necesitaría todo el potencial energético que emite el sol. Se planteaba como una hipótesis técnica o científicamente verosímil y aceptable. Se supone que entonces (trasladando a escala de viajes espaciales el modelo colonial antiguo) la humanidad habría explotado los recursos de otros planetas. La cuestión no es tanto si tal hipótesis es plausible o no. La pregunta es ¿para qué?

La figuración de utpías siempre ha sido un ejercicio teórico interesante, no tanto porque tales utopías vayan a cumplirse, sino por los modelos que propone respecto a la situación presente. Una utopía manifiesta los motivos y objetivos de hoy.

Ahora bien, la situación presente que vivimos me parece absolutamente utópica. Pensar que lo mejor es el crecimiento económico exponencial, con su pleno empleo y su abundancia de capital, y que esto es posible de modo indefinido es, no ya utópico, sino imposible. No ya imposible mediante complicados modelos económicos sino mediante cálculos sencillos. Ahora vivimos un momento de crisis que como una especie de sostenibilidad ambiental forzosa. La mayor parte de los gestores políticos y empresariales tal vez sueñen con volver a la situación anterior, lo cual tal vez sea posible (aunque lo dudo) por algunos años más, pero a la larga es completamente inviable. Los recursos del planeta al ritmo que se han consumido en esta reciente época expansiva no durarán más allá de algunas décadas. Sobre todo si la población sigue creciendo al mismo ritmo, lo cual es previsible, y queriéndose enriquezer de la misma manera. Pese a lo cual, no sólo la mayor parte de la ciudadanía, sino las empresas y los gobiernos siguen funcionando como si las reservas de petróleo disponibles fueran eternas y los coches pudieran quemarlo por siempre. Lo que seguro sucederá es que el petróleo se acabará y la industria del transporte como hoy la conocemos llegará a su fin, con todo lo que supondrá de cambios drásticos en organización de las urbes.

Por otro lado, las llamadas utopías ofrecen claves de la situación presente y plantea perspectivas de futuro, que podrán suceder o no, pero que al menos propone objetivos con los que trabajar.

La pregunta clave es el por qué y el para qué del actual sistema exponencial de crecimiento de la explotación, la producción y el consumo de los recursos naturales, llámese si se quiere "materia".

Karl Marx al final de su Utopía planteaba lo que sería el objetivo último de las revoluciones sociales: que una vez redistribuida los medios de producción entre los productores mismos, una vez socializado el capital, los proletarios (por decir las personas) podrían dedicarse al cultivo de las artes, las ciencias y el conocimiento, todo esto según el modelo burgués contemporáneo a Marx y que el filósofo en el fondo tanto admiraba. De hecho, el llamado "socialismo real" de los países llamados comunistas del siglo pasado, desarrollaron un arte completamente burgués según el modelo del siglo XIX. Por su parte, el capitalismo que aprendió bien la lección que Marx le diera para ir por otro lado, desarrolló una segunda revolución industrial no tanto basada en la producción como en el consumo y también en el ocio. Finalmente el tiempo libre que les quedó a los proletarios del sistema capitalista fue no tanto dedicado al desarrollo de las artes, el conocimiento y las ciencias, como al espectáculos de entretenimiento, consumo y sobre todo televisión.

A este respecto, se ha introducido un nuevo factor que Anne Leonar de su vídeo sobre la materia no comenta y es internet, y otras tecnologías que fragmenta los canales de la comunicación, y, en cierto modo, la democratizan. (Una página de un gobierno o de una gran corporación, tiene básicamente la misma apariencia que la de una cooperativa, asociación o grupo de amigos.)

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ADENDA:

La publicación Crisi (aquí el sitio web), que puestos a clasificar, llamaríamos “anti-sistema”, también, si se quiere “utópica”, aparece una cláusula de renuncia a la agresividad que la dignifica: “Esto NO es un ataque contra nadie. Todos nos podemos equivocar, y a ninguno podemos negarle el derecho a una segunda oportunidad.”

Enric Duran Giralt (Vilanova i la Geltrú, 1976) anunció en un artículo que había “robado” (pedido préstamos con la intención de no devolverlos) "492.000 euros a quienes más nos roban para denunciarlos y construir alternativas de sociedad por medio de internet y de una publicación llamada Crisi (Crisis en catalán) con una tirada de 200.000 ejemplares, repartidos por voluntarios en diversos puntos de la geografía catalana". En el artículo explica el procedimiento seguido. Enric pidió 68 préstamos diferentes a 39 entidades financieras con las excusas más diversas; comprar un coche, reformar su casa, etc. Además creó una empresa fantasma y falsificó algunos documentos necesarios para justificar ingresos. Así consiguió que el sistema de control de créditos no detectara este endeudamiento exagerado.

Cuanto menos con su acción mostró la vulnerabilidad de un sistema financiero que había antepuesto la rentabiliad a la prudencia.

En “Crisi” se pretende diagnosticar el problema de la crisis actual y del sistema de producción y consumo:

“Nos tenemos que cuestionar que salgan tantos coches a rodar, esta civilización, esta industria y sus cadenas que fabrican automóviles de más, e incontables montañas de objetos inservibles. No tienen futuro. El puesto de trabajo en la gran fábrica de turno no es un valor absoluto. Hace falta que pongamos en entredicho el círculo vicioso de fomentar el consumo, para que aumente la producción para sostener el “nivel de vida”. Si aseguramos las necesidades básicas, nuestro nivel de vida corresponderá a lo que somos, a como nos sentimos y a como nos relacionamos, y no a las posesiones materiales.
(...)
Pisos vacíos, tierras abandonadas, objetos en desuso. ¿Qué tienen en común? Que su propietario priva el uso a terceros, sin hacer uso propio. Y es que la crisis más grande es la de la propiedad privada como pilar central de las relaciones económicas y las relaciones sociales.”

El remedio o la utopía sería:

“Acabaremos con los latifundios, rehabilitaremos las casas, sembraremos la tierra y cuidaremos los bosques. Compartiremos las herramientas, liberaremos el conocimiento, autoproduciremos la energía, repartiremos aquello que es básico. Cuidaremos a los débiles, intercambiaremos el tiempo, nos regalaremos sonrisas.
(...)
Desde la autogestión popular construiremos la plena ocupación. Todos tendrán cosas que aportar al bien común y cada uno recibirá aquello que necesita: suelo, calor, comida y agua, principalmente. Juntas compartiremos lo que sabemos y aprenderemos de nuevo. Disfrutaremos del placer de compartir, relacionarnos y querernos. Recuperaremos el gusto por el saber vivir”.

Me parece interesante el apartado que “Crisi” dedica a la salud.

Aplicando una lógica sencilla, y atendiendo a la Historia, es lo que suele acontecer, considero que lo más probable no es que el cambio de un sistema genere un cambio en los hábitos de pensamiento, comunicación y comportamiento. Suele suceder en el otro sentido que el primer motor sea un cambio de perspectiva, conciencia o modos de vida genere un cambio de funcionamiento en la organización económica y social. A lo más que uno y otro vayan evolucionando o rodando de modo conjunto.


Desarrollo Sostenible y Técnicas del Bienestar, a celebrarse en el Palacio de Ferias y Congresos, en Málaga, el 19 de abril, a las 18'00 horas.

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