viernes, noviembre 16, 2012

La voz del discípulo díscolo



Bueno, pues… tenemos la voz del maestro, en la Yoga Sala, y ésta pretende ser la voz del discípulo. Sí, señor. La voz de todos los discípulos, porque uno al fin y al cabo es parte del Atman y yo soy alma del alma que hay en cada uno de ellos, aunque me “manifieste” poco… Ya se lo avisé al maestro, cuando dejé mi esterilla verde en la Yoga Sala: “Esto es muy serio, Joaquín; no sabes lo que te ha caído”. Bueno, pues he aquí la demostración palpable.

Creo que no tengo madera de discípulo. O, mejor dicho, soy un discípulo "díscolo". Pero admiro el trabajo bien hecho y tengo cierto empeño en llegar a la Iluminación. No en vano soy hijo y nieto de electricistas y creo que en ello debe de haber algo de simbolismo.
 

Estoy un pelín contrariado porque ayer llegó un nuevo alumno y se le instó a que se “manifestara”; o sea, a que se quejara si fuera preciso. Esta es una consigna nueva fruto sin duda de tanta manifestación que hay últimamente (muchas pasan cerca de la Yoga Sala), y dicha palabra se ha colado en la circunstancia del maestro. Se da en la sala un ambiente de armonía, respeto y concentración a la hora de practicar las asanas. Pero en ocasiones se ve también alguna carita de consternación por el reiterado esfuerzo.

Y creo que para empezar, está bien por hoy. Deseo a todos los compañeros del yoga avanzado de los viernes que tengan una muy buena tarde, y les sugiero que se manifiesten. Yo, con mi cariño y mi respeto, así lo manifiesto.

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