En Estados Unidos surgieron iniciativas para que gatos de refugios de animales compartan clases con potenciales adoptantes. Mirá las divertidas imágenes.
Viven estirándose y enrostrándole su flexibilidad a quien guste mirar. Pasan horas con la vista clavada en un punto fijo, como imbuidos en una profunda meditación. Y a nadie le sale mejor la postura que lleva su nombre. Quizás por eso el yoga con gatos resulta una opción tan atractiva. En Estados Unidos, refugios de animales vieron el potencial de ese maridaje y empezaron a organizar clases en las que los felinos participan como uno más. ¿El objetivo? Pasar un buen rato, fomentar la adopción y recaudar fondos.
“Los gatos siempre se están estirando, están centrados en ellos mismos. Los yoguis buscan ese centro en la esterilla. Unir a ambos es una cosa maravillosa y una forma increíble de mostrar sus personalidades para lograr que los adopten”, cuenta Jeanette Skaluba, voluntaria del refugio Homeward Bound (Decatur, Illinois) e impulsora de este tipo de iniciativas.
Una tarde, hace poco más de un mes, a tres gatitos en adopción les abrieron las puertas de sus transportadoras y los dejaron mezclarse con los asistentes a una clase en el centro Yoga at Connies. Hubo besos nariz-hocico, usurpación de colchonetas, caminatas sobre espaldas y panzas y todo fue registrado en un video que se viralizó en la Web.
The Little Volcano Yoga y Brother Wolf Animal Rescue realizaron hace 10 días una experiencia similar en Ashville, Carolina del Norte. Debido al “interés abrumador” que despertó la propuesta se realizaron dos clases en un día. Los veinte dólares de la entrada fueron donados al refugio, al igual que lo recaudado gracias a las ventas de una rifa y la feria que formaron parte de la jornada. “Tal vez encuentres aquí a tu alma gemela felina”, promocionaban los organizadores. Y no mentían: uno de los gatitos no sólo se llevó una clase de yoga gratis si no que además conquistó a uno de los concurrentes que lo adoptó y lo llevó a su hogar.
“Los gatos tienen el temperamento perfecto para el yoga”, afirman desde el centro de Ashville. Una iniciativa similar se realizará hoy en el albergue de animales Ellen M. Gifford, en Boston. La clase la dará la instructora Amy D'Orazio, que está acostumbrada a que su gata Lil Batman se acurruque en su estera mientras realiza posturas.
“Me parece súper divertido y novedoso, pero más que nada me resulta emocionante el hecho de que se esté evolucionando en el pensamiento del trato con los animales, que se los empiece a ver no sólo como animales sino como seres que tienen el poder de cambiar el humor, de reforzar una terapia, de ser compañeros y causantes de felicidad en la vida de las personas”, dice a Clarín Misha Gildenberger, una rescatista que ya sacó de la calle a más de 100 animalitos y que actualmente convive con ocho: cinco perros que se encuentran en tránsito (Habana, Roma, Gustavo, Río y Praga) y tres gatos (Sofía, Lola y Dadá).
Mientras habla, Gustavo se sube a su regazo y le da un beso en forma de lengüetazo. Misha, del refugio Lola Bonita, continúa: “El hecho de que los animales vibren la misma onda de uno y que acompañen esa vibración es buenísimo. Todas las movidas que involucren a los animales desde la perspectiva de una compañía que mejora la vida de las personas me parecen increíbles y adoptar es un acto hermoso. Así que ojalá se de algo así acá también, me parece excelente.”
En la misma línea, la profesora de yoga Cecilia Vecchiarelli considera “maravillosa” la propuesta del yoga con gatos. “Es como llevar más adelante el propósito del Yoga, de la unión mente-cuerpo-espíritu, y poder relacionarnos a través del amor con otros seres vivos que comparten el espacio con nosotros pero de una manera diferente a la nuestra. En este caso la búsqueda es genuina, encontrar un hogar para gatos de la calle a través del yoga es buenísimo, una gran idea.”
Casualidad o no, la postura del gato es importante en el yoga en general y sobre todo en el yoga integral, sostiene Vecchiarelli. Es amigable para casi todos los practicantes de yoga, salvo para quienes tienen problemas en las rodillas. Pueden realizarla desde chicos hasta adultos mayores, los recién iniciados o los que ya acumulan años de experiencia. “Permite (si estamos al aire libre por ejemplo) realizar una buena conexión con la tierra, al tener nuestras cuatro extremidades apoyadas en el piso y, a su vez, nos permite hacer una limpieza básica de la columna vertebral a partir de las dos variaciones que se conocen, el gato contento y el gato enojado, donde inhalamos el aire, levantamos los hombros y realizamos una muy suave retroflexión de columna, para luego hacer el camino inverso, exhalar el aire contrayendo el ombligo y tratando de llevarlo a la columna y a la vez encorvando la misma para estirar las vertebras y los músculos, desde la base hasta las cervicales”, explica.
Para la instructora, “si pensamos al yoga como un ejercicio, lo cual solo representa una parte de sus beneficios, esta postura o asana constituye la base de su enseñanza y no debe pasarse nunca por alto”.
Realizarla con un modelo vivo peludo y ronroneante en el mismo salón es un plus que seguramente se verá cada vez más seguido.
Y sobre perros, Lua, la perrita que canta el om:
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