lunes, agosto 27, 2007

Apunte 08, UNA ENSEÑANZA QUE ATRAVIESA SIGLOS, La enseñanza de la representación humana en el arte oriental 4.

La representación de las figuras históricas o simbólicas son reconocibles por sus símbolos: Siva por la piel que viste, la cobra al cuello, el tridente en la mano y el manantial del Ganges en la coronilla; Cristo por la corona de espinas, sus llagas, la barba y la melena, el aura en la coronilla y el corazón incendiado; Mahavira también por la llama en el pecho; y, por fin, Buda, reconocible básicamente por las posturas físicas que adopta; sólo por citar algunos ejemplos.

Estas posturas sedentes meditativas son muy antiguas. Existen algunas muestras de la civilización de Mohenjo-Daro con más cinco mil años de antigüedad. Estas apreciadas posiciones de la figura humana, con variantes, con diferentes símbolos que caracterizan diferentes personas han atravesado siglos y civilizaciones hasta llegar a nuestros días.

En un tratado de arte chino leo que uno de los términos que en chino designa al budismo puede traducirse como: "Enseñanza pictórica" (xiangjiao).

Puesto que las pinturas dhármicas en la China desde épocas tempranas abundan en la representación del Buda meditando en la posición del Loto o Padmasana, podemos inferir fácilmente en qué consiste la esencia de esa enseñanza pictórica.

Hay un dibujo chino antiguo de trazos muy sencillos que representa un monje sentado sobre un cojín colocado sobre una colchoneta (zafutón, en japonés) o tal vez lienzo (sagu). El tipo físico es medio, ni ascético ni corpulento. Sus ropas son sencillas y pulcras. El detalle de los zapatos colocados ordenadamente junto a él, denota atención a los gestos y detalles. La decoración floral junto a él muestran el gusto por la belleza simple. Su porte transmite una relajada atención, una tranquila energía. Interesante que apenas unas líneas en un dibujo sean capaces de transmitir toda una filosofía de vida.

Aparte de la enseñanza que pueda leerse en las representaciones de la figura humana en el arte oriental está la experiencia estética que en sánscrito se llama "rasa". Esta rasa la equipara Coomaraswami a una suerte de iluminación. Esa experiencia es más que un mensaje que podamos expresar en palabras. A mi modo de ver, pertenece a un tipo de belleza que precisamente nos deja sin palabras.

Estamos acostumbrados a que lo que llamamos arte genere largos discursos expresados en catálogos, presentaciones, reportajes periodísticos, críticas, tratados de estética etc. Pero lo que experimentan las personas que visitan bellos templos como los de la Isla de Elefanta, por citar un caso, es un sobrecogimiento que sólo se expresa en silencio. Se trata de un silencio reverente pero tranquilo, no atemorizado. Precisamente uno de los gestos corporales de las figuras humanas en el arte dhármico es lo que se llama en sánscrito Abhaya Mudra, el gesto de "no temáis".

Parece que cuando habla el cuerpo su lenguaje, calla la mente.

Ilustraciones: Sello de la cultura de Moenjo Daro 3000 A.C. Mahavira XII D.C. Pintura china conservada en el British Museum.

Este escrito es parte del borrador de la conferencia ofrecida en las II Jornadas de Arte Moderno y Contemporáneo sobre el Cuerpo en el Arte, organizadas y publicadas por el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira, Sevilla



viernes, agosto 24, 2007

Apunte 07, PONGO A LA TIERRA POR TESTIGO, La enseñanza de la representación humana en el arte oriental 3.

El artista meditador modela al Buda dentro de sí. Con su propio cuerpo procura comprenderlo buscando en sí mismo esa sabiduría antigua y esencial. No es sólo la aceptación plena de sí mismo y de su existencia corporal, pero también la aceptación de la tierra toda. Cuando el artista meditador plasma esa comprensión corporal en el papel, en el barro o en la piedra, la concentración pasa de la quietud al movimiento, del propio cuerpo a las materias exteriores al mismo. Se trata de una aceptación absoluta del mundo.

Respecto a la enseñanza que transmiten esas figuras hay una frecuente en ese sentido. Se trata del gesto en que el meditador con las yemas de los dedos de una mano abierta toca la tierra. Esta es una referencia histórica al momento en que el Buda Gautama en sus soledades meditativas pone a la tierra por testigo de que ha alcanzado la conciencia plena venciendo todas las ilusiones.

Hay varios gestos y varias figuras dentro de esta secuencia de sucesos históricos: el Buda inmóvil en meditación profunda; el que pone a la tierra por testigo de su comprensión; el que camina después para transmitir su enseñanza; de nuevo el meditador que muestra su porte sereno y ecuánime, sentado con las piernas cruzadas, ante sus discípulos y compañeros; y, por fin, el Buda yacente. Se muestra de este modo las tres posiciones básicas de la persona: sentado, tendido y de pie.

Ilustración: Buda en Bhumisparsha Mudra, India, Bihar; Pala period finales del siglo IX o principios del X de nuestra era.

jueves, agosto 23, 2007

Apunte 06, MIL BUDAS, La enseñanza de la representación humana en el arte oriental 2.

El famoso teórico del arte indio, Ananda Coomaraswamy, citando fuentes tradicionales, afirma que el arte devocional (bhakti, en sánscrito) de India es un Yoga.

En el noroeste de la China, al principio de la antigua ruta de la seda hay un templo conocido como La Cueva de los Mil Budas. Durante siglos se han ido esculpiendo en la roca de la montaña que lo alberga, uno junto al otro, mil budas. Esta abundante repetición de imágenes del cuerpo humano en una misma pose tiene a mi entender una triple explicación: por el lado del hacedor, por la parte del contemplador y desde el punto de vista de la enseñanza que transmite.


Gran parte del arte dhármico es un trabajo amador (no voy a llamarlo amateur). El hacedor y el contemplador de la escultura o el dibujo pertenecen al mismo rango o son las mismas personas en orden sucesivo. Esto acontece en laicos y, con más frecuencia, en monjes que asumen como tarea espiritual la contemplación de las figuras, el aprendizaje de las técnicas y su posterior realización, de ahí la repetición incesante de figuras parecidas en posiciones idénticas, generalmente meditativas. El monje o el laico se ejercita en la meditación sentada, esculpe en su propio cuerpo y en su propia mente para luego realizarla en otras materias. Es una acción que puede realizarse una vez en la vida o de un modo constante.
El modelo para esas figuras son ellos mismos o sus compañeros de meditación. La posición del Buda ha sido comprendida por el propio Buda o por aquel que, mediante la imitación constante se encamina a serlo.

miércoles, agosto 22, 2007

Apunte 05, Cita. (Cuerpo físico y cuerpo místico en el arte oriental)



Esta figura del Buda-yogui sentado es una representación artística tan netamente monumental como las pirámides de Egipto, aunque con un contenido mucho más profundo. De hecho, esta imagen representa el mayor ideal que la escultura india haya intentado nunca expresar, y por fortuna, de ella se conservan todavía, aunque sean escasos, magníficos ejemplos de fechas relativamente tempranas.


Ananda Coomaraswamy
La danza de Siva

jueves, agosto 02, 2007

APUNTE 04, LA ENSEÑANZA DE LA REPRESENTACIÓN HUMANA EN ORIENTE 1(Cuerpo físico y cuerpo místico en el arte oriental)


En Occidente las maneras habituales de relacionarse con el cuerpo, de conocerlo, es mediante el placer o a través del dolor.

En esa amplia área del arte oriental que podríamos llamar Arte Dhármico, se ofrece un tercer modo que es la conciencia del cuerpo tal cual es, buscando sensaciones más sutiles, que no sólo son diferentes de las más burdas como el dolor o el placer, la comodidad o la incomodidad, sino también de aquellas otras como el hormigueo, el entumecimiento, el picor, la pesadez, el cansancio (agradable o no), el frío, el calor, etc.

Sin querer rechazar o procurar estas sensaciones existen técnicas tradicionales en oriente que indagan en otras sensaciones corporales más sutiles como son: la energía, la fuerza, el estiramiento o la relajación. La percepción interna de las diferentes posiciones que el cuerpo adopta es, por su parte, una de las sensaciones físicas más sutiles que pueda lograrse, pues se aproxima y casi se identifica con el conocimiento de la sensación subyacente y básica de la propia existencia del cuerpo mismo, pues el cuerpo siempre está en una posición determinada y sólo puede ser conocido así.

A esta sabiduría apunta gran parte de las representaciones artísticas que del ser humano se vienen realizando en Oriente.

(Continúa...)


(Ilustración: terracotas de Mohenjo-Daro, tercer milenio antes de Cristo)