martes, septiembre 10, 2013

Meditando


                                                                                                                                                                    En Málaga a 30 de agosto del 2013
                                                                                                                                                                               Por Andrés Espinosa Martín
Meditando     
                                                                                  
En una de las muchas meditaciones que organiza Joaquín García Weil en su centro de yoga “Yogasala Málaga” e invitado por él como de costumbre acudí con una compañera de la facultad de Psicología en su último año de carrera. Cuando le presenté a Joaquín luego de la meditación y tras la tertulia, le hizo la típica pregunta ¿Qué es y para que vale la meditación? Como si de preguntar la hora se tratase. Mi amigo muy correcto en todo momento, se limitó a responder con gran sabiduría y sin ánimo de convencer, “esto que hemos hecho, y vale para sentirte como te sientes ahora”. Sabias palabras que a mi amiga no le resolvieron la cuestión, aunque es posible que a modo de semillas germinen en algún momento posterior. Ya de vuelta me preguntaba el porqué de esa respuesta e insistía en no entender que habíamos hecho en la sala, para no desentonar creo, seguí el rumbo fijado por Joaquín.
En otro momento, se hubiese despertado en mi la intención de convencerla, de explicarle con argumentos sólidos y contundentes lo que “preguntaba”, seguramente hubiésemos entrado en un círculo de acentuación de posturas opuestas o al menos distintas, y en un desgaste de energía un tanto baladí.
Volvamos con la pregunta en cuestión ¿Qué es y qué utilidad tiene la meditación? Voy a intentar responderla, aunque como saben los meditadores expertos es una tarea un tanto compleja. Podemos decir que es el acto de parar la mente, de retirar el poder que le hemos cedido, de retomar nuestro trono, ser el rey en nuestro reino, para ser y sentir lo que somos a través de nuestros sentidos atrofiados y bloqueados como los tenía “El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher, volver a conectarnos con nosotros mismos como antaño. Proceso que nos describe el Psicólogo, alquimista y amigo Carlos Velasco Montes en “Las enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada”.
Por otro lado, Robert M. Sapolsky en su libro “¿Por qué las cebras no tienen úlceras?” nos muestra como al no estar en nuestro centro, vivimos en un estado de ansiedad casi permanente, nuestro “sistema simpático” sistema de “lucha-huida” activado en exceso cuando solo se debería activar en situaciones de peligro reales y no creadas por una mente enfermiza, esto nos debilita siendo precipitante de enfermedades físicas (somatizaciones) y mentales, en cambio, si nos mantenemos presentes el sistema inmunológico funciona perfectamente, debido a que el sistema nervioso activado es el “parasimpático”, que es el que nos debería funcionar la mayoría del tiempo.
Volviendo al origen, para saber quiénes somos y hacia dónde vamos es necesario conocer nuestro pasado y nuestra historia. En este proceso de búsqueda nos encontramos con el “eslabón perdido del Darwinismo”, término empleado al no hallarse pruebas físicas que den explicación a la evolución tan brusca que sufre el “homo sapiens”, ese salto evolutivo que incrementa el cerebro humano en tres veces su tamaño en tan breve espacio de tiempo.
Existe alguna teoría al respecto, que encuentra cierto paralelismo entre las diversas culturas diseminadas por el mundo. Donde describen visitas de “semidioses” que venían en caballos de fuego y mantenían relaciones con nuestras mujeres, pero al margen de que sea o no cierta esta teoría, lo importante, lo verdaderamente importante, que el gran salto evolutivo sucedió. Quizás solo se trate de eso, de un paso evolutivo que nos provee de más inteligencia, y aunque “momentáneamente” nos haya alejado de nosotros mismos, ahora se trata de retomar nuestro centro intuitivo más que instintivo, y conectarnos, pasando la inteligencia a ser un instrumento a nuestro servicio diluyéndose ese “ego” juicioso que nos separa.
Según nos expone Taylor Steve en su libro “La Caída” de Ediciones La Llave, la aparición de la inteligencia dio paso a las primeras civilizaciones, al desarrollo del lenguaje y este a poder hablar con nosotros mismos, a la dualidad “Comiendo así del árbol de la fruta prohibida, la mente”.
Una semilla o un animal no se pregunta quién es, ni cuál es su función o lugar en la vida, con excepción de los perros, debido a su interacción con los humanos, a veces y en algunos casos pierden su centro volviéndose un tanto neuróticos como Eckhart Tolle nos expone en su obra “Los Guardianes del Ser” o el propio César Millán “El encantador de Perros” nos habla de perros que viven en manadas sanas.
Antes de las primeras civilizaciones, cuando se habitaba en pequeños grupos con un lenguaje pobre o inexistente y unas estructuras sociales simples, estábamos más conectados, posteriormente la complejidad de dicha sociedad y el desarrollo de medios técnicos más avanzados, derivó en una mayor utilización del intelecto, potenciando y desarrollando más aun dicha inteligencia. Los avances trajeron consigo acumulación de riqueza, excedente de alimento, y con ello la aparición del egoísmo y la envidia, sentimientos que fueron ganando sitio para beneficio del “ego”, personaje impetuoso y astuto que nos hace creer que somos él. Una de las mejores lecturas que podemos hacer al respecto es “El Poder del Ahora” de Eckhart Tolle, este libro tiene la cualidad de llevarnos a un estado de conciencia inusual a través de su misma lectura.
Paralelo al desarrollo de la inteligencia aparece el lenguaje con su retórica y la posibilidad de hablar de tiempos pretéritos y futuros. Según el profesor Dan Everett, tras investigar durante más de 30 años el lenguaje de  “Los Tirajás”, tribu situada en la cuenca del Amazonas a su paso por la frontera peruano-colombiana-brasileira, su lenguaje carece de retórica, de numerología y su único tiempo es el presente, denominándola por todo ello “La gramática de la felicidad”. Ya que observó en estos años de convivencia que vivían en un estado de continua felicidad, nunca se preocupaban por situaciones ficticias creadas por su mente, solo hablaban del presente, y si le preguntaba por el número de hijos, se limitaban a decir “muchos, pocos o lo normal” su lenguaje no les permitía decir una cantidad exacta, en cambio si podían nombrarlos a todos.
Sus investigaciones hicieron tambalear las teorías del más reconocido lingüista de todos los tiempos Noam Chomsky, el cual mostró firmemente su desacuerdo. Luego “por designios del destino” se solventó la cuestión, ya que las autoridades brasileñas no autorizaron el acceso de Dan Everett a dicho poblado, enviando personal cualificado para formarlos en la lengua oficial del país “el portugués”, sumiéndolos con ello en un estado similar al nuestro.
El lenguaje nos ahonda en la dualidad mental, en esa que nos confunde y nos identifica con lo que habla y no con lo que observa, nos identificamos con el cochero y olvidamos que somos el señor que viaja en la carroza, ese lugar de quietud desde el cual decide y ordena, haciendo uso del carruaje (cuerpo), de los caballos (emociones) y del tan útil cochero (la mente).
Pues bien, la meditación nos puede retornar a nosotros mismo, a ese lugar que perdimos, a nuestro centro. Al acallar la mente por medio de la activación del área prefrontal principalmente, conseguimos reducir la activación de la amígdala (relacionada con los miedos y deseos), se reduce la activación del sistema nervioso simpático hasta activar el sistema nervioso parasimpático relacionado con el estado normal o de no alerta.
El siguiente paso sería aceptar lo que es, sentir y oír las emociones y sentimientos que ocurren a cada momento sin juicio ni resistencia, desde la “rendición”, desde la aceptación de lo que es y no puede ser cambiado, y por supuesto, tomando la acción adecuada para cambiar lo que puede y debe ser cambiado,  esta quietud nos aporta la sabiduría necesaria para un recto obrar desde esa información que nos proporcionan las emociones y sentimientos, esto sería “La Atención Plena o Mind Fulness” de Jon Kabat-Zinn basada en técnicas y prácticas milenarias como el “Zen”.
Si no retomamos nuestro sitio, si no cumplimos nuestro cometido, seremos como la semilla que siente la necesidad de brotar y no lo hace, pudriéndose y no cumpliendo su función en el “plan divino”. Seremos un tanto desagradecidos con la vida y con las oportunidades que nos brinda. Muchas religiones son coincidentes en valorar como de los peores “pecados” el suicidio, la huida. Porque cada situación por dura que sea y escape a nuestro entendimiento racional tiene un sentido y nos guarda una enseñanza, al igual que cuando algo o alguien nos produce malestar, detrás de esto tenemos una enseñanza y un crecimiento, un regalo a fin de cuentas, hacemos de espejos, somos alumnos y maestros en todo momento. Debemos de entender las sombras que nos muestra nuestro ego como oportunidades de crecimiento, debemos agradecer a estas personas las oportunidades que nos brindan.
¿Qué es el “Pecado”, que es “Pecar”? Pecar viene del griego, errar el blanco, los arqueros griegos lo utilizaban para denominar los lanzamientos fallidos. Luego se utilizó en el mundo espiritual o de búsqueda, como no estar en uno mismo, estar separado de…, en definitiva, “errar el blanco”, traicionarse a sí mismo, permaneciendo en cierto estado de disociación “esquizo-paranoide” alejados de la realidad y/o viviendo una realidad paralela. Tergiversado posteriormente desde la religión para delimitar el bien y el mal. El doctor Claudio Naranjo diferencia entre “pecado y patología” por el grado de responsabilidad según la conciencia o separación del sujeto de la realidad, entrecruzando ambos términos y no habiendo una línea divisoria clara entre ellos.
La psicología y la medicina actual a través del DSM-IV y próximamente del DSM-V, entre otras variables sitúan la buena salud mental en la media poblacional principalmente y en el buen desenvolvimiento social del sujeto y su adaptación al medio entorno más cercano ¿Y cómo puede ser referencia una sociedad a todas luces enferma? Tenemos y debemos introducir otro concepto de salud mental distinta de la buena adaptación a un grupo de referencia a todas luces disruptivo. La salud mental igual no es otra cosa que el tan valorado y divinizado “estado de iluminación”, en este caso y visto desde una perspectiva lineal, la normalidad implicaría cierto grado de patología y el “estado de iluminación” o “estado original” sería el de salud mental.
Tendríamos en un extremo las patologías en su grado más acentuado de enfermedad o no salud mental, en un lugar intermedio a la mayoría de la población con cierto grado de neurosis y en el otro extremo la tan ansiada salud o “iluminación”, de  la cual imagino que también tendríamos grados, en el libro “Después del Éxtasis la Colada” de Jack Kornfield, nos hablan de la iluminación como algo de lo más natural, de la importancia de la terapia en dicho proceso y de cómo no dejan de ser personas con emociones y sentimientos “normalizando dicho estado de iluminación” que afortunadamente y según parece no es un fenómeno tan escaso en la actualidad. Tradicionalmente se ha relacionado la iluminación con poderes, milagros y estados excepcionales que quiebren las leyes naturales conocidas, quizás una vez en ese estado cada cual ocupa su lugar en el plan divino, unos serán hortelanos y otros líderes espirituales, lo importante en mi opinión es que cada persona ocupe su lugar, y cumpla con su función y misión en la vida una y con el uno, desde la felicidad más absoluta no exentas de emociones, sean estas de alegría o de tristeza, que todas ellas forman parte de la vida, entonces a que venimos si no a experimentar .
Por lo tanto, el grado de salud o patología lo determina nuestra presencia “estado o rasgo”, como estado de presencia habitual o estado de presencia en un momento puntual voluntariamente conseguido. Y no bastaría con la discriminación o conciencia entre mundo interno  y externo de Sigmund Freud.
En el campo de la neurociencia nos encontramos con correlaciones entre órganos cerebrales y estados saludables del sistema inmunológico que avalan la relación existente entre la meditación y la salud mental, emocional y física del sujeto. Igual sucede a la inversa, encontramos que personas que se hallan con un grado de patología extremo se encuentran muy sumidas en su mundo interno, lejos del presente y de la presencia, y con estados disruptivos del sistema inmunológico y del tamaño y activación de algunos órganos cerebrales que correlacionan con dicho estado.
La activación de la amígdala correlaciona con los miedos, deseos y un alto nivel de estrés, cosa esta que se invierte y corrige con la meditación. El tamaño del hipocampo, su buen desarrollo (cantidad de grupos neuronales) y funcionamiento correlaciona con niveles bajos de activación de la amígdala. En un experimento efectuado con roedores, se pudo comprobar cómo el cariño y protección recibido en los primeros meses de vida, dieron como resultado sujetos más equilibrados, estables y con mejor salud física en la vida adulta. A dichos sujetos experimentales se les observó un hipocampo de mayor tamaño y un aumento de determinadas estructuras neuronales.
Por otro lado, cuando el área prefrontal de un adulto se desarrolla sucede la madurez, encontrando diferencias de tamaño y activación entre sujetos jóvenes y adultos maduros. Este área tiene una estrecha relación con la toma de decisiones, si no está debidamente desarrollada son decisiones impulsivas y temperamentales como les sucede a sujetos no maduros y adolescentes. También se observa una correlación inversa entre la actividad prefrontal y la amigdalina. Un buen desarrollo de todo ello, correlaciona con meditadores experimentados. Con lo cual “la Meditación” se presenta como una buena herramienta para llevarnos a la salud mental y física, ya que muchas de las enfermedades físicas son somatizaciones que padecemos.
En algunos casos hay personas que cuando llegan a su primera meditación se ponen más nerviosas que de costumbre, la mente les va más deprisa, ya que si una mente está muy agitada difícilmente la podemos calmar desde la no acción, incluso ese momento de darse cuenta puede ser “impactante” al descubrir la mente infraganti, el ego se defiende, su poder corre peligro. Nos autoengañamos y volvemos al piloto automático “mejor olvidarnos de todo” pero tenemos que hacer saber a quienes se inician, que siempre hay una meditación para cada persona, la meditación activa igual va mejor para este tipo de personas, ya que de alguna forma se les da un hueso a roer, así nos lo hace ver Ramiro A. Calle en su libro “El Faquir”, en dicho libro su protagonista va de maestro en maestro hasta que encuentra el suyo derivado por los anteriores, conocedores de que “hay tantos caminos como personas”.
La respiración siempre es una buena herramienta, es la única función vital que se maneja voluntaria e involuntariamente. Une nuestros dos sistemas y/o estados, el automático y el consciente, hace de puente a la conciencia, une nuestros “dos mundos”.
Por último, hablaremos de la teoría del “Mono Loco” debido a su importancia y necesidad. Si no fuese por ese primer mono que bajó del árbol siendo devorado por los depredadores, si no fuese por él y los que le siguieron posteriormente, no seriamos bípedos, nunca hubiésemos evolucionado, seguiríamos subidos en los árboles y a cuatro patas. Esto es lo que hicieron grandes personas históricamente reconocidas como Buda, Jesucristo, Gandhi, Martín Luther King y otros anónimos para la mayoría, bajaron del árbol siendo asesinados por personas que veían peligrar sus estructuras y posiciones de seguridad “tenían miedo”, fueron seres despiertos que veían más allá, personas que dieron esos primeros pasos enseñándonos el camino que otros siguieron, dieron su vida en post de la evolución y del ser humano.  
Este sería el caso de los niños “Índigo”, vinieron con esa sensación interna de lucha permanente con todo lo establecido, preparando la venida de los “Cristal”, ahora con ellos aquí y quizás en un tiempo no muy lejano sea la gran masa la que despierte, esa ”masa crítica” de la que tanto se ha hablado, el periodo del fin de los tiempos, el tan temido fin del mundo conocido, ese tiempo que describen las escrituras en el cual las personas serán “juzgadas” ¿O será algo más benigno? Ese arrobamiento que hará desaparecer a los sujetos para ser llevados al paraíso ¿No será la descripción de la iluminación? ¿Y lo que se describe como el fin de los tiempos, sea el final del tiempo del ego? Quizás, y solo quizás, en breve “el antílope descanse junto al león” y para ello debemos “ser un instrumento en manos de Dios” para que su música suene a través de nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años